Un poema

Patios cerrados con candados muertos.
El aire no transpira en los rostros de los niños.
Una sed reseca se dibuja en sus bocas,
como manantiales que jamás han existido.
La voz de los hombres liquida los sueños,
que caen como hojas en otoños perdidos.
Alcanza el sentido a vislumbrar la mano de unos cuantos,
la necesidad en forma de piel seca,
la injusticia como diploma de una nada.
Africa es una madre agotada,
cárcel del hombre y música sin palabras.

Buscamos nombres.

Buscamos nombres para llenarlos de sustancia en forma de compañía expresando ecos humanos que se detentan como compañeros de nuestra continua autenticidad y en esos momentos es cuando nos preguntamos, en un instante de amplitud emocional, ¿qué tenemos para desprendernos de ello y ofrecerlo a los demás?. Entonces buscamos en el interior de nuestra conciencia hasta hallar algo de vida encaminada hacia lo nuevo; algo para compartir en este caminar de lo recién nacido al otro lado de un tazón de leche en la cocina o cuando descansamos fatigas bajo el roble inesperado de lo imaginario. Sigue Leyendo...