Un poema

Patios cerrados con candados muertos.
El aire no transpira en los rostros de los niños.
Una sed reseca se dibuja en sus bocas,
como manantiales que jamás han existido.
La voz de los hombres liquida los sueños,
que caen como hojas en otoños perdidos.
Alcanza el sentido a vislumbrar la mano de unos cuantos,
la necesidad en forma de piel seca,
la injusticia como diploma de una nada.
Africa es una madre agotada,
cárcel del hombre y música sin palabras.


No existió día para que la piedad de un posible Dios
renaciera en las sabanas,
ni ángeles cuidadores de las nieves derretidas,
ni bondadosas doncellas portados de frutos y manjares.
En el horizonte se adivina el dolor
y el fusil guerrillero,
la furía de la ponzoña tribal,
la matanza, el hechicero en ritual de sangre
y el carnaval de emperadores antropófagos.
Abrirán tus venas, Africa Fecunda,
y vertirán tu riqueza sobre falsos ríos
y cascadas de otros hombres.
Las puertas se cierran en las escuelas de barro,
y el tam-tam anuncia, una vez más,
la única razón de la existencia.

2 comentarios sobre “Un poema”

  1. Compañero: !Qué gran sentido de sensible comprensión hacia una tierra olvidada por todos los dioses!. Esa Africa que ofreces es Tierra de Todos porque nos sirve para sentir el nacimiento del génesis humano y solo queda esperar que renazca el germen de todas sus esencias…. esas esencias que están comprendidas perfectamente en el interior de tu poema. !Chapeau!.

Deja una respuesta