Estoy cansado y tengo miedo de ser descubierto como un ladrón de voluntades. Estoy cansado y tengo miedo y me escondo detrás de las apariencias. Confundido con la masa de gentes que viajan de un lugar para otro escondo el miedo de ser un viviente con pecados…
Archivo por días: 26 enero, 2007
La sombra inexplicable
Cinco hombres habituaban reunirse por las tardes en la plaza del pueblo. Sus pláticas eran disímiles, simpáticas, interminables. Pasaban largas horas conversando sin acusar cansancio. Sólo volvían a sus casas bien entrada la noche. Y así, la rutina transcurría sin que nada amenazase el orden habitual que habían instaurado en sus tertulias.
Y sin embargo, cierta vez, uno de los hombres se percató de un hecho curioso: frente a él, frente a los ojos de los cinco individuos de siempre, marcando la derecha con un leve temblor, aparecía una sexta sombra, llamándolo, turbándolo, sacándolo de sí. Confuso, o agobiado por el desconcierto, buscó a su compañero más cercano, y, con un tono sordo, algo apagado, le dijo: ‘’¿A quién le pertenece aquella sombra?’’ Y el otro hombre respondió: ‘’¡Quién sabe!’’.
Rastro perdido
Ya la he perdido.
Escribo desde el fondo de la casa que en antaño fue su hogar, nuestro refugio. Ya nada importa ahora.
Es vano recordar esa mirada agonizante, su textura áspera y rugosa, sus garras desafiantes y la suntuosidad de sus nervudas ancas. Lo mejor será olvidar su paso por este lugar.
Se marchó hacia la llanura hace unos años y sé que está mejor sin mí, lejos para siempre, libre ya de su prisión y de sus cancerberos fustigantes.
Ella nunca entenderá mi amor, tan solo existe para preservarse y no para reflexionar sobre los hombres y sus sentimientos.
Ella posee tres juegos de dientes, uno detrás de otro, cada uno más monstruoso que el anterior. De manera que es fácil sospechar cuán destructiva es su mordida. Lo comprobé la tarde en que escapó de aquí, por eso escribo en este cruel refugio donde tantas veces contemplé su luz, aislado de la gente que hoy en día me condena.
Aquel Desconocido
Por siempre
Reflejo
Emma
M. D.
Jazz
Se avergüenzan mis piernas al oírte maullar
con esa voz dorada de luna que juega ondulada, muy seria,
y se detiene, y calla, y vuelve a volar.
Por el aire, entre el humo, hasta el fondo, bien arriba,
enredos como belleza que muerde y besa
heridas sedientas de melancolía de bar.
Hoy robo tu flema, saliva discreta
que se refugia en un subsuelo, desviste mi cuerpo
y baja mi falda de niña inexperta con trenzas,
ortodoncia y fulminante ebriedad.
Fitoteando
A puerta cerrada, con no todo el tiempo perdido todavía, escribo mirando al cielo cuando sé que lo más lejos, a tu lado donde todo empieza y viene y va, los sueños locos para toda la vida se me pierden cerca de las vías. A mil kilómetros de distancia hay unos ojos de serpiente mientras a la luna se le ve el ombligo. Yo estoy en esta barra americana como pollo sin cabeza escuchando sobre trapos sucios a la vez que el lobo se espanta (rojizas las orejas) y los trozos de cristal del vaso roto son algo así como el funeral, ni negro ni blanco, que me explica que por la boca vive el pez. Y mientras tanto al mar cantáis Platero y tú. Al igual que Fito, yo no soy Bo Diddley…