Mi frutera

Seguía aún allí, con su blanco delantal. Olía a frutas, a patatas nuevas, a invisibles mariposas que se posaban sobre las primeras fresas. Me gustaba mirarla y sin que se diera cuenta le pellizcaba un racimo o le daba la vuelta a alguna manzana. Tenía algo de ser vegetal, pero grandioso. Lo que le sobraba lo regalaba. Muchas manos supieron de grande tomates tocados, de puerros durillo, de hortalizas que lloraban lagrimones de huerto. Seguía aún allí cuando me marché a otra parte. Cada fruta es una carta de aquella flor eterna y dulce.

La expresión del dolor

No busca la palabra el corazón inquieto,
ni rechaza formas, si se ajusta a verbos,
ni alcanza ser estilo, ni ritmo ni, verso:
expresa.
El dolor se ensalza entre las constantes
de juegos de amantes,
de delicados jazmines,
de querubines condenados a ser presa
de mastines.

Se acabó el amor

Yse acabó el amor,así ,en silencio,
y se acabó el amor , se volvió brisa.
Se perdió en el recuerdo de las cosas
llevándose en su estela pena y risas.

Como una sombra larga fue escapando,
como una sombra gris dejó cenizas.
Un manto humedecido por las penas
envolvió la congoja de unas vidas.