Pequeña boberia de humor que encontré en un cuaderno viejo…

Pepín es un niño muy curioso. No lo digo yo, lo opina todo el que lo conoce. Tiene seis años, cuerpo de unos 7 u 8 y una mente de salido adolescente. A poco de salir de la guarderia ya presentaba indicios de “madurez” sexual.
– Pero, doctor, ¡mi hijo tiene solo seis años, y sabe más o tanto como los chiquillos de quince!
– Pues no veo solución, señor Pérez- dice el doctor- si el niño ha aprendido todo sobre el sexo le tienen que haber enseñado en alguna parte digo yo…
– Pues también es verdad…- se sorprende el padre- a ver, tú, donde has… Sigue Leyendo...

Un año,un mes y un día

¿Cuánto tiempo se tarda en olvidar?
Alguien me dijo alguna vez que un año,un mes y un día.
No sé.Esperaré a ver que pasa.
Pero…¿Y si no?
¿Y si no estoy hecha para olvidar?
¿Me quedaré con los recuerdos que deseo olvidar,eternamente?
Joder.Joder.Joder.

Odio, Aflicción y Olvido.

No hay tiempo…Nunca hay tiempo.
Me vuelvo hacia el ayer y le miro,pero éste baja la vista como intentando evitarme.
Suspiro.Ay.Duele mirarse en el espejo y no verse el reflejo.
Llora el alma cuando lloran las penas.Llora el alma con las penas.
Llora el alma si…No hay tiempo…Nunca hay tiempo.
No encuentro mi sitio.Algo falla.¿Qué será?Mi lugar no está aquí.
Me iré lejos.Una vez más.Me iré hacia donde el Sol se duerme.
De compañera de viaje…La Luna¡Qué cabrona!Siempre sabe que puede contar conmigo…Siempre estoy a su lado cuando no hay tiempo…Cuando nunca hay tiempo.Y ya no puedo llorar.Tengo los ojos tan exprimidos por el dolor que están secos.No lloraré más.Y te olvidaré y me olvidarás.Aunque no sea el tiempo nuestro mejor aliado.Y nadaré por el Estigio,donde no me ahogaré por poco.Pasaré por el Aqueronte,donde iré más lenta y pesadamente.Y finalmente,naufragaré por el Leteo,donde me quedaré…
¡Oh no!No tengo tiempo…¡Nunca tengo tiempo para empezar a nadar! Sigue Leyendo...

Desposeída

Él sabía que ella lo sabía. Había hecho el amor con otras mujeres en el pasado, pero ésta que gozaba ahora, con el cuerpo fríamente desnudo bajo su corpulenta anatomía, no buscaba su boca. Era él quien buscaba la de ella mientras sus manos acariciaban las frescas nalgas de una mujer que tenía sólo 20 años de edad aunque mentía diciendo tener 30… porque a ella le gustaba aparentar ser treintañera para sentirse más madura ante los hombres que, como él, ya habían rebasado los 50.

Cada vez que él tocaba una parte del cuerpo de ella, su memoria le hacía retroceder hasta la nostálgica experiencia de otros sexos salvajes, como si ésta última vez de ahora le hiciese volver al paraíso soñado. Sigue Leyendo...

Detrás de lo real y lo vanal

¿Y ahora qué?… ¿Se supone que debo hacer algo?… ¿Qué queda?, ¿Qué sigue?… ¿Por qué todo es así?
Una casa, mi trabajo, mi satisfacción de vivir una vida de la que estoy agradecido a Dios, ¡lo estoy! Claro que sí. Pero ¿De qué me sirve si me siento extraño hoy? No sé ni qué es. ¡Hay algo más grande que esto! Lo sé porque lo siento. Es decir… ¡debe haberlo! Ni siquiera me puedo expresar bien, mi cuarto es un desorden, tal vez como mi vida, pero ¿Qué es el desorden?, ¿Qué importancia tiene? Y si la tiene, ¿Qué es verdaderamente importante en esta vida? Sigue Leyendo...

Tánatos

Había encontrado los colores aquellos que en un momento había perdido,
y pensó hasta desarmarse las ideas, por qué había transcurrido tanto tiempo
en soledad. Sin una máquina de triste sonrisa, sin un poema medieval, sin una
historia dantesca. Con una aguja de reloj cristalizada en la frecuencia de su aliento, con un pestillo entreabierto: con una luz apagada.
La capa la cubría hasta el suelo, disfrazando de noviembre las acercas desnudas de soledad, recorriendo el camino que no se recorre sino se regresa. La gruesa capa de ruina de añil robó los llaveros, tiró ceniceros, apagó los braseros, desvistió ángeles pordioseros de una ciudad que nunca imaginó existir.
El jefe era Tánatos, llevaba las flores: tres secas, dos rojas, sin moño ni fin.
Quedaba un perfume impregnado en los dedos; que por debajo de la capa asfixiaba a quien yo fui. Sigue Leyendo...

Momentos de Otto y su amigo Reök

-Aun recuerdo cosas, cosas que… en fin, yo creo que son reales. Son esas cosas que difíciles de explicar que uno sabe que han ocurrido, pero que parecen más propias de un sueño que no de la propia realidad. Una mirada, una sonrisa, un beso, otro beso, y otro beso, un te quiero y un adiós. Un giro de trescientos sesenta grados que te sacude como si de un rompeolas se tratase. Un momento de felicidad y otro de amargura. Ganas de conocer la vida y deseos de exiliarse antes de los veinte. –dijo Otto-.
-Bueno, tu no te preocupes eso son rachas. –dijo Reök-. Además la vida sigue y todo va fluyendo, ya conocerás otros lugares, otras personas, otros recuerdos; tu no te preocup…-pero antes de que acabase Otto le interrumpió. Sigue Leyendo...

Míster Bergman

Se fue. Con 89 años de edad recién cumplidos, Ingmar Bergman, el director cinematográfico sueco nacido en Upsala el día 17 de julio de 1918, hace un par de días que murió. Hoy, en el bar Aquarius, Víctor me ha presentado a un nuevo amigo, Fernando, de 42 años de edad y que, siendo obrero de la construcción, es un gran amante y entendido del cine. Un cinéfilo nato. Y para romper el hielo tras las acostumbradas presentaciones hemos hablado de Ingmar Bergman y lo que supuso para el cine en general y, en particular, para el cine europeo.

Y es que este Bergman (que no era familia de la actriz Ingrid Bergman, también sueca y fallecida hace algunos años) ha pasado a la Historia del Cine como uno de los directores clave de la segunda mitad del siglo XX. Sigue Leyendo...