Como leo en los pensamientos diarios del Vorem, para Francois Mauriac escribir y leer (ambas cosas a la vez) es recordar. Yo estoy plenamente de acuerdo con ello. Porque al escribir recordamos lo que fuimos, lo somos y lo que algún día llegaremos a ser. Y al leer recordamos lo que fueron otros, lo que son otros y lo que llegarán a ser otros. Y en esa multiforme pluralidad de recuerdos pasados, presentes y futuros (propios y ajenos) construímos mundos de percepciones vitalistas que abren nuestros caminos a nuevas propuestas.
Escribimos lo que recordamos que fuimos algún día en que pronunciábamos deseos de ser. Escribimos lo que recordamos de nuestra historia personal y presente mientras nos vamos formando un ser viviente. Escribimos lo que recordamos que algún día del pasado y del presente hemos soñado para nuestro futuro. Leemos, igualmente, los recuerdos vivientes de hombres y mujeres que fueron, son y serán, perpetuos recuerdos. Sigue Leyendo...
Junto con mis hermanas,
atrás dejamos la cárcel,
pero el mundo que esperaba,
era también degradante.
Pronto pude darme cuenta
mi madre tenía razón,
la casa en que viviríamos,
era de puro latón.
Con dirección al mundo de los sueños
la avenida de las plantas en flor
buscan dueños…
jardineros del amanecer
que rieguen ese vergel
para el sol.
Hay allí un farol
que alumbra a las estrellas
y son sus flores tan bellas
que hasta el girasol
se transforma en jacinto.
Nubes de nácar
la luz del sueño nace
diáfano el aire
un dia cualkiera
de una larga temporada
tu entraste en mi vida
para curarme el alma
jugando una partida
me sacaste mil sonrisas,
al billar no me ganasbas
pero mi amistad te llebabas
yo veia antes veia todo negro,i estaba mal por que la trsiteza me aropaba ,pase unos malos momentos y ahora me odi cuenta de k asi es la vida ,es uan vez tras otra lo mismo ,es el mismo comienso con miles de finales todos iguales pero distintos en formas apasionales.
estube mal muy mal escribi llore mil i una lagrimas k me llebaron aser un mar nuevo de malos tragos.pero todo vuelve a suceder ,me e enamorado otra bes ,es lo k mas kiero me a yudo a salir a delante.
He hecho cuatrocientos kilómetros sólo para verla. El reencuentro fue muy emocionante. La hermana sabía que yo iba, pero ella no. Está pasando (otra vez) una mala racha de salud. Tienen que volver a operarla. La otra vez, hace año y pico, no nos enteramos a tiempo y cuando se supo yo no pude desplazarme, sólo pude seguir el desarrollo de su convalecencia por teléfono, primero con su hermana y después, cuando ya estuvo mejor, con ella.
Y el tiempo ha pasado, ella aparentemente estaba bien; hemos hablado en ocasiones, pero no había llegado a verla. Es una amiga de la infancia, de los veraneos en el Norte. De cuando íbamos en familia y llegamos a establecer con la suya un vínculo que, ahora se ha visto, nunca llegó a romperse, a pesar de que durante mucho tiempo nos hubiéramos perdido la pista. Sigue Leyendo...
Ayer, regresando del Norte, volví a recuperar los paisajes de los veranos de otros tiempos.
Esas laderas sobre las que parece que alguien ha colgado un tapiz verde esmeralda, impecable, sin que se vea interrumpido más que por casas, por vacas o caballos pastando. Esos campos cubiertos de hierba muy verde, muy brillante, esos altozanos cubiertos de árboles como prestándole su altura a la elevación del terreno. Tan bello todo cuando llueve, maravilloso cuando sale el sol.
Aquel pasaje de la bohemia siempre estaba amenizado, junto a los olores tremebundos, por el trémolo de un viejo piano, afinado puntualmente y tecleado por algún cantautor con voz de “cazalla”, dando inspirados tragos a su siempre “última absenta”. Finalizando comienzos de tertulias con inanimados públicos de vidas desequilibradas. Vida que pasaba entre pincel y bala, pluma y navaja.
Andy fijaba la mirada en los interiores, esperando ver un rostro conocido al que contar su lance y solicitar apoyo moral.
Pintores, escritores, músicos, actores, mercaderes de la idiosincrasia, vendedores de seguros, aprendices y empresarios, médicos o directores de banca dormitaban con la cabeza sobre las mesas y los vasos vacíos. De los demás antros salía un abigarrado fusionaje de son cubano, jazz, cantos gregorianos…, en uno cantaba Gato Pérez “Pedro navaja” y al lado el “Summertime” de Janis Joplin. Sigue Leyendo...
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