En el bunker de Tadeo no hay paredes…
Hay risas de un enjuto camino
con amigos y seres queridos,
congojas prohibidas por su novia.
En el bunker de Tadeo no hay tiempo…
Venga, mujè difícil!
no te hagas desear
que te sigo y te me escondes,
¡pero ya te vià’garrar!
Tienes en tu mirar
una mecha pa’ tu piel
adentro pólvora sagráa
que con mi fuego viá’encendè.
Próselitos bajan del monte,
arrancando raices de cardos
con chispas ¡dolientes! dotados
van camino hacia el horizonte.
No mueven el cuello asintiendo,
presencias ¡dolientes!, atadas,
diciendo “no miento” mintiendo
almas débiles azotadas.
Yo,
voy contigo,
sos mi amigo.
Tú,
nadie más;
sólo con Él irás.
Él,
sí, es Dios,
¡vamos los dos!
Son las innegables verdades
del rocío…
Un mudo grito de ayuda
en el hastío
Tomar la impávida ruta,
ser sombrío
Hallar la calma en las gotas
del rocío
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