Tinta

Próselitos bajan del monte,
arrancando raices de cardos
con chispas ¡dolientes! dotados
van camino hacia el horizonte.

No mueven el cuello asintiendo,
presencias ¡dolientes!, atadas,
diciendo “no miento” mintiendo
almas débiles azotadas.

No mancha el cuero la sangre
lo mancha de color difuso,
matices de un verde ruso,
lo soviético, la mugre.

Paseo por trenes de hielo
que cargan las mil banderas
mil banderas guerrilleras
que se juntan en el cielo.

Y pescando entre esquilones
amarillos, y ratones,
que carcomen ya mis dones
de poeta, y mis amores
son las letras… esquilones.

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