El Héroe sin Destino

Le llegó el balón a los pies. Lo paró. Lo dejó “muerto” sobre la hierba. Se quedó por un segundo totalmente quieto y con la mente “en blanco”. Mirando el infinito. El público, en silencio, estaba expectante. Los fotógrafos dispararon infinidad de instantáneas fotográficas. La tele se detuvo obsesivamente en su figura. Los periodistas radiofónicos quedaron mudos. La portería rival estaba totalmente desguarnecida. Tardó una eternidad. Tanta eternidad que vino el portero y le arrebató el balón de los pies. Fue sustituído inmediatamente por el entrenador. Pero al día siguiente, lunes, apareció su fotografía en la portada de todos los periódicos deportivos de la nación, fue el comentario general de todas las emisoras radiofónicas deportivas y su imagen, la eterna imagen de su indecisión, fue repetida una y mil veces por todos los canales televisivos. Fue conocido como El Héroe sin Destino. Sigue Leyendo...

El final de una búsqueda

Se levantó como todas las mañanas, lo primero que hizo fue ir al lavabo, al mirarse al espejo vio con asombro que le faltaba algo en su cara. Sorprendida e incrédula no supo que pensar. Empezó a tocarse y allí encontró su nariz, sus ojos, sus orejas, pero……algo no encajaba,…….¡¡ su sonrisa no estaba.¡¡….. De repente se vio embargada por una gran tristeza. Por su mente desfilaron mil preguntas, todas ellas sin respuesta.

Como pudo dejó de mirar aquella imagen triste y doliente. Abrió su ventana buscando las gentes que hasta ahora habían compartido sonrisas con ella….Nadie, no había nadie.. Sigue Leyendo...

Ignatius (la elección)

Dio un enorme bostezo, mientras la tarde entraba con parsimonia a través de la ventana. Caminaba con pasmosa lentitud, mientras las motas de polvo danzaban a su paso, como si tuvieran vida propia. Fatigado y gordo, daba pasos lentos. El calor lo estaba matando. En la terraza, el despiadado sol hacía de las suyas. Aquello ardía. Encontrar un resquicio de aire fresco, iba a resultar casi imposible. Cuando se acercaba a la temida terraza, una voz gastada por el tabaco y el ron, detuvo su marcha.
_ ¡Sal de ahí, inmediatamente!_ Dora, la dueña de esa voz casi aniquilada y su enemiga número uno, hablaba desde la cocina. Su reino. Un reino poblado por una cacofonía insufrible de cacerolas y vasos golpeándose entre sí. Una puerta se cerró con tal estrépito que estremeció su cuerpo blando y fofo . Sigue Leyendo...

Tú…

Tú…
a veces te me presentas,
sin pedirme ni permiso,
sin llamar a esa, mi puerta,
pasas y entras despacito,
sin siquiera hablar…

Tú…
Cuando te vienes y quedas,
a pesar que yo no quiera,
te cuelas entre rendijas
y no sé como decirte,
un adiós sin más…

Espíritu silente

Una luz (plegaria de la noche) ilumina mi espíritu silente y el eco de una voz lejana (alguien buscando a alguien) despierta mis sentidos. Más allá hay un pequeño acantilado; allí donde los grillos cantan su siempre penúltima sonata y a donde acuden las últimas alondras, las que siempre me esperan, las que nunca me abandonan, las que continuamente me van señalando el camino. Y así… envuelto en las capas del silencio… camino hacia esa luz (plegaria de la noche) que ilumina mi espíritu silente.

La Luna, El Niño, la Noche

Todo empieza con la visión del niño desde el automóvil en movimiento
El niño ve a la Luna seguirlo por entre las casas altas, bajas. La luna no abandona a su presa piensa el niño. EL NIÑO SOY YO.
La noche evapora sin escándalo el agua de los ojos.

El espanto es el último recurso de la desidia
Todo trepida entre mis hojas, mis árboles se incendian cuando llueve.
Mi mujer me bebe entre sus lágrimas, yo no digo algo.

La luna es dueña de las cosas. El niño, si bien lo sabe, busca olvidarlo.
Sus manos morenas recobran la vida sobre sus piernas, primero, dan brincos en la medida que el niño se sumerge en la leche lunar. Sigue Leyendo...