Mi sangre es mi religión… la que circula y siente y se sumerge en el alma de las ideas tranformándose en palabra…
Archivo por días: 20 junio, 2009
recuerdo
Siempre entrabamos con el coche por aquella calle empedregada, y la puerta estaba medio abierta con un gancho. Y nada más acercarme Hipy salia afuera y yo me ponía a acariciarle el pelo. ¡Abuela, abuela! Y si te pillaba dormida, con el pelo hecho un asco y con dolor de cabeza a ti te daba igual: ¿que me ibas a dar, sino era una de tus sonrisas?
Así la tarde se repetía como tantas otras veces. Mis padres hablando contigo en la tele, donde salía alguna cosa que criticabas, como siempre. Y yo agarraba a Hipy y le acariaba el pelo de la espalda, una y otra vez, como siempre. Y despues de un rato venía el bocadillo de nocilla, el paseo por el barrio, la despedida hasta la semana que viene, como siempre
E l Esperado Tesoro.
Cada día, pendientes de su hora de llegada, esperábamos mirando por la ventana antes que golpeara la puerta con sus grandes manos,estaba yo con la puerta abierta para que entrara con su cargamento de tesoros recolectados de la basura de otros.Pero no todo eran tesoros,también venían los infaltables pasteles de la pastelería Mozart, y el tostado y crujiente pan que acompañaría la comida.
No hubiéramos saboreado nunca esos pasteles de no ser porque se los regalaban, pues si algo siempre era poco,era el dinero en aquella época y con una familia tan numerosa.
Al momento de descansar mi padre ponía el tesoro a nuestro alcance y nuestras pequeñas manos hurgaban hasta encontrar una pieza de valor que podía ser unos libros,pulseras, ollas usadas,sártenes, botellas vacías, trozos de cañerías de metal,carteras, zapatos, joyas de plata u oro que seguramente por distracción alguien tiró en la basura.
El carruaje
El adoquinado de la calle se clavaba en mis pies casi descalzos, mientras mis pequeños pasos me conducían hacia la vieja y destartalada casa donde me cobijaba desde hacia poco tiempo al llegar la noche. Una lluvia fina había caído casi ininterrumpidamente a lo largo de todo el día, y ahora, una espesa niebla envolvía las calles acompañando la llegada de una noche que se adivinaba intensamente oscura.
Me aparte hacia un lado al escuchar el sonido de los cascos de los caballos y del traqueteo de los carruajes que transitaban sin descanso a esas horas por la calle. Observe como alguna rata sorteaba a los caballos para acabar escapando calle abajo. Mis ojos vidriosos por la fiebre quedaron prendados de los dos caballos blancos que se acercaban al trote, majestuosos y perfectamente acompasados como si de un baile nocturno se tratara.
Cuando la luna se equivoca
Cuando la lluvia se equivoca es que ha venido a mojar mi corazón mientras yo dormía con los besos llenos. ¿Cuántos abrazos en la noche habré dado mientras la lluvia se equivoca de lugar?. Quizás cientos o quizás miles… pero las caricias de los encuentros amorosos siguen viniendo cada noche en que la luna se refugia en el fondo de tus ojos.
Cuando la lluvia se equivoca no ha cedido mi espíritu y ha seguido amando la complicidad sin temblor, alegre, con un poco de magia tan simple como querer seguir besándote.