La tienda de objetos de segunda mano abría sus puertas en un radiante día de verano a la vez que los rayos del sol se colaban sigilosamente por entre las rendijas de las persianas, iluminando caprichosamente el polvo de la estancia y resaltando algunos de los objetos que allí permanecían expuestos.
El joven dependiente sin gran entusiasmo y con paso lento, se paseaba entre los pasillos que formaban la diversa disposición del material en venta, preguntándose que posible salida tendrían algunos de los objetos allí acumulados, pues aunque muchos eran relativamente nuevos, otros podrían conformar perfectamente la mercancía de cualquier tienda de antigüedades. Sigue Leyendo...
El adoquinado de la calle se clavaba en mis pies casi descalzos, mientras mis pequeños pasos me conducían hacia la vieja y destartalada casa donde me cobijaba desde hacia poco tiempo al llegar la noche. Una lluvia fina había caído casi ininterrumpidamente a lo largo de todo el día, y ahora, una espesa niebla envolvía las calles acompañando la llegada de una noche que se adivinaba intensamente oscura.
Me aparte hacia un lado al escuchar el sonido de los cascos de los caballos y del traqueteo de los carruajes que transitaban sin descanso a esas horas por la calle. Observe como alguna rata sorteaba a los caballos para acabar escapando calle abajo. Mis ojos vidriosos por la fiebre quedaron prendados de los dos caballos blancos que se acercaban al trote, majestuosos y perfectamente acompasados como si de un baile nocturno se tratara. Sigue Leyendo...
Marta ha salido de casa malhumorada sin ganas y no consigue centrarse. Arrastra pesadamente los pies como cada día, baja los escalones de la estación del metro en hora punta y la mochila que carga a sus espaldas le pesa tanto como su propia vida.
Oye como se acerca el tren apoyada en la pared, indiferente al resto de la gente que se agolpa en el andén; sus ojos verdes no fijan la mirada en nada en concreto, ni realmente hay nada que capte la atención a su alrededor.
El calor empieza a marearla, un sudor frío empapa su frente y la mochila se clava en el suelo mientras cae como una marioneta rota, ya no puede más. No es consciente del jaleo que se forma a su alrededor, alguien moja su frente y nota el agua como se desliza hacia su cuello mientras el mundo vuelve a desaparecer de su vista. Sigue Leyendo...
Era una tarde otoñal que se iba oscureciendo mientras llovía copiosamente. El chapoteo de mis pasos me acercaba con rapidez hacia la vieja casona que habíamos alquilado. El olor de la tierra mojada y la humedad de mis pies, acrecentaba aún más si cabe la sensación de frío. Mi cabello completamente empapado enmarcaba en mi rostro una expresión de felicidad, pues aquella vieja casona había sido nuestra ilusión tiempo atrás, y por fin habíamos tenido la oportunidad de vivir en ella.
Corría el rumor de que era una casa encantada, y durante mucho tiempo nuestros familiares más cercanos, habían intentado quitarnos de la cabeza la idea de instalarnos allí, pero nosotros nos reíamos de todas esas tonterías y a la primera oportunidad nos hicimos con ella. Sigue Leyendo...
El día había amanecido lluvioso y desde la habitación del hotel divisaba la ciudad envuelta en una espesa niebla que le confería un aspecto fantasmagórico. Abrió la ventana y noto el olor a humedad colándose por el cuarto mientras un frío intenso le recorrió toda la espalda.
Tuvo una extraña sensación, miro en todas las direcciones esperando escuchar algún ruido que le justificara la presencia que creía notar junto a ella, abrió la puerta del baño y comprobó que todo estaba en su sitio y una sonrisa se dibujó en su rostro mientras se reía nerviosamente de sus miedos. Sigue Leyendo...
Mientras bajo las escaleras, cada peldaño que desciendo me aleja un poco más de la realidad diaria y el eco de mis pasos, parece multiplicarse en cada escalón.
Oigo el ruido del traqueteo del montacargas, que desciende pesadamente a mi izquierda y se va perdiendo en la profundidad del subsuelo.
Continúo por el pasillo del sótano 3 hasta llegar a esa puerta que siempre esta abierta y desde donde me llega ese olor inconfundible a papel y cartón, de los innumerables archivos que allí se encuentran. Historias clínicas y personales que encierran miles de vidas atrapadas en esas carpetas. Avanzo a través de los pasillos formados por estanterías etiquetadas y numeradas donde cada uno de esos archivos ocupa su sitio. Sigue Leyendo...
El firme taconeo de mis zapatos me acerca al viejo caserón que se levanta majestuoso ante mis ojos, dejando adivinar lo que debió ser en sus años de esplendor ya lejanos.
La puerta de hierro forjado que da entrada a la finca se encuentra entreabierta, parece tener vida propia mientras se balancea ligeramente empujada por el frío viento de la mañana. El jardín descuidado cubierto por la hojarasca otoñal que lo rodea, delimita un espacio donde el tiempo parece haberse detenido.
Hace años que paso cada día por allí, y mientras toda la ciudad ha ido evolucionando a su alrededor, el sigue imperturbable y desafiante, atrapando mi mirada e inquietándome provocando una combinación de miedo y atracción. Sigue Leyendo...
¿Piedad?, desconozco el significado de esta palabra, me lo han preguntado tantas veces…, pero yo sigo perplejo ante tanta ignorancia!!!
¿¿Arrepentimiento?? yo soy un psicópata, me lo han repetido tantas veces… una y otra vez… una y otra vez…al final se ha convertido en mi tarjeta de visita, SEÑORRR, psicópata de profesión ese soy YO.
Tengo recuerdos vagos de mi vida ahi fuera, estoy contando mis últimas horas, pero creen que me importa?? pues nooo!!.
Daniel tuvo un buen recibimiento al llegar a la playa, el viento tampoco quiso perderse su llegada aunque le provocaba miedo más que otra cosa. Corría asustado cada vez que soplaba y miraba asombrado como los árboles bailaban a su son.
El frío mar se arrastró para saludarlo y Daniel agradeció que el viento se retirara a sus aposentos con una extraña pirueta. Mientras tanto posó los pies en sus frías aguas y el calor de la mano de su hermano lo llevó junto a el, dejándose acariciar tímidamente mientras el viejo mar jugaba entre sus pies y le buscaba las cosquillas. El viejo mar se alegró de verlo, el sol brilló en sus aguas y Daniel pudo descubrirlo en todo su esplendor. Sigue Leyendo...
El anciano permanece ausente y con los ojos cerrados. Los latidos desacompasados de su corazón cansado dan la impresión de querer rendirse ante el futuro. Los distintos monitores a los que esta conectado transmiten la situación en directo: la saturación de oxígeno, presión arterial y frecuencia cardiaca, son los indicadores de su estado actual.
Ella entró en la habitación de forma sigilosa, le colocó bien la almohada y sus delicadas manos acariciaron sus cabellos. Se sentó a sus pies y recordó la primera vez que lo vio, no quería que sufriera como entonces, merecía irse en paz. Sigue Leyendo...
Suenan los timbres de aviso, mientras todos los miembros de la compañia ocupan paulatinamente su sitio. Se oye el carraspeo de algún espectador a lo lejos, y se adivina tras el telón el patio de butacas, al cual se han dirigido durante los ensayos previos al estreno de esta noche, y que hoy por fin cobrará vida tras haber colgado en la taquilla el cartel de “no hay entradas”.
Se abre el telón y la obra comienza, transcurre en tiempo real. Una pequeña habitación donde se debate la inocencia de un muchacho acusado de asesinato, ¿habrá piedad de él?, doce actores sobre el escenario, “Doce hombres sin piedad”, bueno, en realidad sólo once, él es el único que duda de su culpabilidad. Sigue Leyendo...
Escribir en el portátil se había convertido en parte de su rutina diaria. El sonido inconfundible de los dedos martilleando hora tras hora el teclado a una velocidad de vértigo le acompañaba en las diversas transcripciones que tenía pendientes durante su jornada laboral. Algunas veces ese sonido quedaba amortiguado por la música de fondo, pero inconscientemente sus dedos tecleaban con más fuerza para conseguir sobresalir sobre ella.
Sólo el silencio de la noche daba tregua al repiqueteo constante diurno. Aun realizando otras tareas, ese sonido había conseguido colarse en el ambiente, y estando apagado el portátil, había momentos en que casi le parecía oírlo desde algún lugar lejano de la casa, fuera del alcance de sus dedos. Sigue Leyendo...
Baja las escaleras apresuradamente y sale de casa a la misma hora como cada día. La temperatura como corresponde a un duro día de invierno hoy es extrema, y el frío y el viento cortan su cara a cada paso. Camina con paso firme mientras el vaho de su aliento empaña sus gafas de sol. Saluda educadamente a los vecinos que se cruzan a su paso, pero sus gafas oscuras camuflan una mirada desconocida hasta hoy para todos ellos.
El azar le ha hecho escoger una avenida abarrotada de gente. Todo lo tiene perfectamente planeado, no será difícil, lo ha preparado meticulosamente en su mente durante meses y nunca dudó de ser capaz de hacerlo. Se quita las gafas lentamente y desenfunda un arma camuflada en su gabardina, el gran día ha llegado mientras su corazón late con fuerza y el subidón de adrenalina actúa como una droga inhibiendo cualquier sentimiento de piedad. Sigue Leyendo...
Conduzco el coche de una manera mecánica, mientras escucho la música que me ayuda a evadirme de todos mis problemas. Ni siquiera soy consciente de mis movimientos, ni en que momento del estribillo decido pisar el embrague y cambiar la marcha, ni cuando mis músculos impulsan la pierna mientras freno suavemente, y arreglo mi cabello distraídamente mirándome en el espejo retrovisor.
Parezco un autómata, me estoy dejando llevar sin darme cuenta, parece que acierto en todas mis acciones pero mi cabeza anda muy lejos de esta carretera que mis ojos creen que miran. Sigue Leyendo...
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