Hojas caídas
sueños entre los vientos
eco de vidas.
El cuervo yace
otoño ya vencido
vuelo que nace.
Muerte de hielo
la escena de los tiempos
hoy es anhelo.
En el año 0 del mes 0 del día 0… a la hora 0… el Olimpo se llena de lujuriosa fiesta. Júpiter está nervioso y excitado, observando desde las alturas de la montaña mágica a las mujeres humanas que se están bañando en la laguna Alfa… muy cerca de sus esposos que se dedican a fabricar cerámica de cordel. Es como si uno de aquellos cordeles atrayera las miradas de Júpiter quien, no pudiendo resistir la tentación, desea convertirse en lluvia para preñar a aquellas hermosas hembras. Ya lo ha hecho en una ocasión y obtuvo el éxito así que piensa que esta vez obtendrá el mismo resultado.
Silencio con tu mirada que arroja impotencia y amor,
silencio con tus pasos firmes que llegan a las casas desprotegidas,
silencio porque muchos mueren en este mundo infrahumano.
Estridencia a los de allá arriba porque viven de nosotros,
estridencia por nuestros derechos,
estridencia por un mundo humano.
Son las seis de la mañana y, con el sueño prendido en los ojos del horizonte, camino todavía por las calles de Las Torres. Es como un ajedrez viviente. Los peones son las luces del alumbrado que me transportan a los recuerdos. Los caballos me hacen saltar charcos de lluvia imaginaria. Los alfiles me abren zigzags en la explanada. La Dama se queda en el infinito. El Rey está dormido. Sólo Las Torres me sirven para jugar esta mañana con la niebla del Sueño.
El sol va apareciendo lentamente. Ella duerme con sus grandes sueños y yo arranco flores silvestres para adornárselos. Sé que es la hora… la hora de partir hacia ese futuro de Ella donde hemos logrado vencer a las envidias. Pero no pienso ahora en esos inicuos personajes de este ajedrez invisible.
Te digo adiós con llanto en mi voz,
lágrimas en mis ojos porque saben que no volverás,
mis brazos fríos sin tu calor.
Te digo adiós con ganas de morir,
vida sin camino ni rumbo,
fuerzas desvanecidas.
Te digo adiós con ansias de que vuelvas,
para abrazarte y tenerte conmigo,
adiós con el corazón partido.
Ya hemos hablado, anteriormente, de que el tiempo que en realidad vivimos es el tiempo que recordamos. Sobre el tiempo que recordamos ya hemos estudiado diferentes secuencias o clasificaciones. Ahora toca meditar sobre lo que yo llamo tiempo consecuente; porque de todo el tiempo que vivimos existe un tiempo consecuente negativo, un tiempo consecuente negativo y un tiempo no consecuente.
El tiempo no consecuente entra a formar parte del ya estudiado tiempo vano. Vamos ahora explicar el tiempo consecuente que es el que determina nuestros diversos futuros. Según hayas vivido tu tiempo consecuente estarás cumpliendo objetivos (sueños) y acercándote a la Meta Final (Gran Sueño).
Le llaman JB pero en realidad es Julián Boina. Julián Boina tiene una cabeza apepinada y diminuta, con dos pómulos hundidos y un bigotillo que parce una “hilera de hormigas”. La nariz, tombada hacia abajo, casi toca su labio superior. Las orejas, grandes en su estado normal, parecen dos molinillos cuando JB se enfurece tras haberse emborrachado en los puticlubs de Cuenca. Y es que Julián Boina se enorgullece creyéndose un verdadero “donjuan”. Patético. Patético de verdad este Julián Boina.
A la mañana siguiente, totalmente decidida a vivir la experiencia de la aventura, Alicia se dirigió al Drector General de la entidad bancaria donde laboraba.
– Señor Pérez… me voy…
– ¿Cómo que te vas, Alicia?.
– Me voy del Banco.
– Pero ¿qué estás diciendo?. Apenas llevas un año trabajando con nosotros y tenía precisamente yo puestas muchas ilusiones en ti.
– Lo siento. Me voy. Dénme lo que me corresponda por servicios prestados y me marcho…