Sentí el pulso de tus palabras que arrullaban a mis ingenuos oídos.
Me levanté, te miré y morí.
Ya muerta te seguí mirando pero ya no me arrullabas,
sólo te veían mis ingenuos ojos.
Archivo por días: 23 enero, 2010
Te extraño, extraño.
Era mentira.
Sí, otra más, como cuando te dije que no te mentía.
Fuí porque sentía una irremediable necesidad de verte.
Como la que tengo ahora, sólo que entonces todavía se me permitía el lujo de poder satisfacerla.
Sí, otra vez. Siempre es lo mismo porque es lo único que fué. Echo de menos lo único que puedo echar de menos.
No puedo hacerme la fuerte y sobreponerme diciéndote que no vuelvas porque nunca quisiste hacerlo. Y tampoco puedo resignarme a que te vayas si nunca llegaste a estar.