dime algo que no sepa

Dime algo que no sepa y que tus ojos no me hayan dicho
Dime algo que no sepa por medio del silencio de tu voz
Dime algo que no sepa por los latidos de tu corazón
Y dime algo que no sepa por la caricia de tu canción.

Dime las cosas que no se y que no entiendo
Dime las cosas por las que sigo en este camino
Dime ese algo que haría latir nuevamente a mi corazón
Dime ese algo que espero volver a conocer.

Para mi amigo

Si pudiera saciar esta locura, dejaría de ser locura, para salvarme.
Podría ser una canción escrita en dos partes. Entre quererte y sentir lo que se siente cuando te quiero.
Cuando quiero que estés, cerca y sin mas, ya no somos nadie, y somos el mundo, que termina cuando giramos entre abrazos y miradas de luna y luces que son palabras musicales. Es brillo cuando te veo, todo es naturalmente hermoso.
Cuando te quiero, es sencillo y hermoso amarte. Cuando encuentro tu risa colada entre mis ideas que llevan una sonrisa cuando estas tu.
Cuando no estas, el mundo que es mío sigue siendo tuyo. Y recorro tu paisaje. Y la brisa es el espacio en que nos movemos. Y la caricia es encuentro y es abrazo de tus besos que derriten el universo y materializan lo intangible.
Mi amor, que es mío y tuyo. Y no es de nadie.
Es un amor que al derrumbarse, desmorona el corazón, y resurge siempre que recuerdo que te quiero y no puedo dejar de hacerlo. Porque te amo. Sigue Leyendo...

La leyenda de la orquídea negra (8 y último)

Después de lo ocurrido, nunca más se supo de aquella extraordinaria flor, nadie supo más de ella, dicen que no volvió a crecer. Era la flor del amor y se murió con el, aquel trágico día de la muerte de Javier.

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20 años más tarde.

Oliver era un joven apuesto y jovial, de unos 20 años. Creció sin padre, su madre, Lucia, hizo las veces de los dos, cuando fue mayor le contó la historia de cómo murió y el porqué.