El Kalevala de Lönnrot (cultura

El Kalevala es una epopeya finlandesa, escrita en 1849 después de Jesucristo, por el escritor finlandés Elías Lönnrot, compuesta por cantos y pemas populares recopilados por éste autor de los bardos populares. Elías Lönnrot había nacido en Samatti, en el año 1802 después de Jesucristo y murió en el mismo lugar en el año 1884 después de Jesucristo. Los cantos del Kqlevala los recogió en Carelia, región del Norte de Europa, entre el mar Blanco y el golfo de Finlandia, reartida hoy entre Rusiq y Finlandia.

CARTA A LA MUERTE

Escucho todos los días fuertemente tu respiración fría y excitante, enloquecida por llevarme.tus pasos siguiendo, presurosos de hacerme caer… esto no solo es un juego y la verdad me atemoriza saberlo… Que no solo estoy segura de que llegaras algún día, también se que puede ser en cualquier momento, y lejos de mis caprichos y pensamiento paganos, se que no me dejas, que nunca e estado sola…que solo realmente estaré así el día que tu este ante mi y no estarás atrás como normalmente día a día respirando en mi cuello, paso a paso siguiéndome frenética de lograr tu cometido diabólico de arrastrarme a los infiernos, donde ese día finalmente estaré sola… Sigue Leyendo...

VOLVER A SER

Volver a ser
Lo que nunca supimos que éramos
Volver a saber
Ese niño perdido en el bosque
Amigo de hadas cansinas
En el prado se ríe la alegría
Ese niño que sonríe a quien se ria
Tropieza y se cae y rugen sus rodillas
Le cantan canciones un coro de ardillas
Y sin embargo sus ojos se pierden

te odio

Te odio porque a todas horas pienso en ti y tú ni siquiera me recuerdas.
Te odio porque no puedo olvidarte y tú no demuestras amarme.
Te odio porque mi alma se ha quedado vacía de tanto amarte.
Te odio porque te miro y aún me sonrojo.
Te odio porque vive en mí un deseo que tú no sientes.
Te odio porque todo mi amor es sólo indiferencia para ti.
Te odio porque ni una lágrima te mereces y por ti las he llorado todas.
Te odio porque mi locura por ti se queda en amargura.
Te odio porque para mi fuiste todo y para ti yo no fui nada.
Te odio sobre todo porque, aunque lo desearía, ni odiarte un poco puedo. “ Sigue Leyendo...

¡Otra vez la Maleta!

Miguelito ha vuelto a mirar su maleta, se ha vuelto a meter dentro, está buscando algo.
Ha llegado Miguelita, está buscando a Miguelito, no aparece.
Coge la maleta y la cierra, la precinta, la carga en un taxi y sale en dirección al aeropuerto.
Llega a la terminal, llega el protocolo de seguridad. Una agente la llama, han visto algo extraño en la maleta, el sistema de seguridad nunca miente.

Miguelita es conducida a unas dependencias anexas, allí abren la maleta, empiezan a vaciar el interior, del interior de la maleta emerge un individuo, dice llamarse Miguelito. Sigue Leyendo...

Pensamientos cuanticos atemporales

El decorado ya está colocado,
Perfectamente ordenados a mi alrededor,ropa,cuadros,fotos,recuerdos..
las sombrereras sobre el armario,una tetera antigua junto a un reloj que sólo marca las cinco.
Por la ventana entra el sol,fuera el techo del balcón acristalado,permanece medio hundido,por el paso de los años.
Me siento como Alicia,un diminuto personaje en un mundo extraño,en el que me acaban de colocar,una figura troquelada de esas de los libros infantiles que colecciono.Que van moviendo siguiendo una historia,cuyo argumento continua a veces si y a veces no, entre la hora de la siesta y la de la merienda. Sigue Leyendo...

El hueco que grita

Reflejo fugaz del héroe que nunca fuiste, ¿por qué apareces?
Deja de recordarme que el adiós fue mentira, con lo que me cuesta inventármelo…
El hueco que has dejado me vuelve a gritar. Desde que no está el pequeño punto de apoyo que eras me tambaleo y me cuesta aguantar el equilibrio. Pero el hueco me vuelve a gritar tu ausencia de vez en cuando… o de vez en cuando tras haberme dejado sorda vuelvo a notarlo.
Con lo fácil que hubiera sido que me dieras los medios para taparle la boca… Volveré a decir que sí hubo adiós. Sigue Leyendo...

Del teatro y la persona-caracol (Mini Relato) reeditado y corregido

La primera vez que subí a un escenario fue con el Grupo Hispano en el María Guerrero de Madrid. Representábamos La Mordaza de Alfonso Sastre. Llegué allí por una extraña carámbola que me hizo aventurarme a perder los “miedos escénicos” de mi incipiente juventud. Ultimos años del franquismo. Todavía había “grises” al acecho y el ambiente nacional era todo tensión…

Desde entonces el teatro me enganchó con sus cimas y sus simas. Algunas otras veces he tenido que subir a representar pequeños papeles. Recuerdo que hice de Melquisedec en una obra que había escrito yo mismo. Y también he hecho de golfo “olmedino” y hasta de enamoradizo soñador escondido en la sombra de la poesía de una farola nocturna… pero siempre me ha latido fuertemente el corazón y he sentido las piernas temblar y doblarse antes de salir al escenario (desde aquella primera vez de La Mordaza). Mas una vez que estás ahí, frente al público, ya no ves nada ni a nadie y, lanzado con toda la adrenalina a flor de piel, olvidas los temores y te creces hasta cumplir con tu cometido. Sigue Leyendo...