Hoy es noche, de luna llena
ella alumbra a mi ñiño en mi larga espera…..
Antes de dormir, mi ñino hace trastadas
Apaga las estrellas, salta muchas olas
Mueve las mareas, buscando caracolas
Se sube a las rocas guiñandole a los barcos
Yá mi niño se ha dormido…….mañana podrá jugar
por las veredas de luna que llevan al más allá.
Me gusta el vino tinto
los jazmines
la infidelidad de las mujeres ajenas
y los perros
Me atraen Venecia y los cementerios abandonados.
En uno de ellos,
encontrar una tumba
y que el muerto me diga:
“Estoy en Venecia, con tu mujer, a quien le regalo jazmines,
acompañado de tu perro… son las tres de la mañana”
¿qué importa ser cornudo, si tengo pruebas, de la vida eterna?
Cuenca, 18 de abril de 1939.
En el humilde bar del Tío Eulogio, hace ya un buen rato que Onésimo Ledesma de Rivera y sus doce correligionarios están armando bronca mientras que, al fondo, en la penumbra, se encuentra un anciano tomándose una copa de anís para intentar olvidar…
– ¡Pon la radio, Eulogio1 -chilla, con su voz de afeminado histérico, Onésimo.
– Es que prefiero la paz del silencio.
Hoy es fiesta en el universo.
Y estoy invitado a vivirla, por dentro y por fuera.
No hay temor que me detenga
ni esperanza que apure mis anhelos.
Hoy es fiesta, ayer fue temprano,
mañana queda muy lejos.
Como dice el escritor… sólo estamos aquí para ser felices. Pero cómo puedo serlo si ya no tengo conciencia, ni corazón.
No me basta con mi locura necesito agudizarla… Recibo ideas para desbordar la vida a plenitud. No desbordarla para vivir inundado.
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