Luego de los golpes, aun conservo el rostro;
no me basta con mirarte y hasta te sueño,
quiero abrigarme con tu presencia fantasmal
aunque todos pregonaran que está mal.
Después que he sacado a pasear a mi monstruo;
en mostrarte mi amor con desamor me empeño,
creo que mi obsesión bien puede llamarse Amor
así muchos puedan creer que no tenga pudor.
Abrázame
que tus brazos de tallada roca
podrían aplastarme
Y no lo hacen
Bésame
que mentiras de tu boca
podrían herirme
Y no lo hacen
Amame
que tu amor podría matarme
Las nubes lloran por un pajarillo muerto
Yace en el suelo arropado por las hojas
Y los otros gorriones gritan de dolor
Rasgan las nubes con sus afiladas uñas
Mientras las gotas caen inexorablemente
Sobre su cabecita ladeada y sus bellas alas
De pronto se abren las nubes regalándole
Al gorrión un precioso arcoíris, sus colores
Se funden con su cuerpo lanzando destellos
Y los gorriones vuelven a cantar
Bonitas canciones de amor y vida
Pasaron los años y los meses y esas pequeñas cosas que llamamos días de esas grandes cosas llamadas horas. Y pasaron los largos minutos con sus cortos segundos. Y yo me fui quedando… quedando… me fui quedando en la orilla mientras todos, a mi alrededor, se hicieron grandes, se hicieron mayores, se hicieron viejos. Y entonces tuve que aprender a hablar con los árboles de las alamedas ciudadanas, con los gorriones de las calles ciudadanas, con las palomas de las plazas ciudadanas… para tener compañía.
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