Cocinar.
Que me cocines y cocinarte.
Y comernos, claro.
Archivo por días: 27 mayo, 2013
Un lugar de Granada
A un hijo se le quiere desde antes de nacer. Y contando con eso, cabe pensar, que me querías desde antes que yo a ti.
Queremos que los hijos entén impregnados de aquello que amamos. Y tomando esa premisa por norma, diré que quisiste dejar en mí una parte de ti, algo que te encantaba, y por si yo era, lo que fuí, la única… me pusiste el nombre de un lugar de Granada.
LA HISTORIA DE “THALER” (Novela) -1-
San Francisco de California, 17 de abril de 1906. Casa de la Moneda de los Estados Unidos…
– ¡Buenos días, Rufus! ¿Cómo va todo?
Rufus Robinson dio media vuelta a su silla giratoria, con un recién acuñado dólar en su mano.
– ¡Hola, Peter, todo va a la perfección! ¿Ves este dólar?
– ¿Algo especial?
– Míralo bien.
Rufus Robinson entregó la moneda a Peter Duncan quien, a la luz de la ventana, lo observó detenidamente…
– No veo nada extraño. Es un dólar común y corriente.
HISTORIA DE “THALER” (Novela) -2- corregido.
HISTORIA DE “THALER” (Novela) – Capítulo 2.
17 de abril de 1908. Restaurante “The Corner of Boxing” de Los Ángeles de California, Estados Unidos.
– ¡Buenos días, Kasper Todd! ¡Sírveme de inmediaro dos huevos fritos!
Kasper Todd tendió la mano al recién llegado y este se la estrechó en señal de buena amistad.
HISTORIA DE “THALER” (Novela) -Capítulo 3- corregido.
HISTORIA DE “THALER” (Novela) -Capítulo 3-
17 de abril de 1908. Farmacia “The Brews” en Los Ángeles de California, Estados Unidos.
– ¡Buenos días, Señorita Rose!
– ¡Te he dicho ya más de un millón de veces, Brian Lancaster, que no me llames Señorita Rose sino Señora Rockefeller!
– Esta bien. Perdóneme Señorita Rose.
HISTORIA DE “THALER” (Novela) -Capítulo 4-
HISTORIA DE “THALER” (Novela) -Capítulo 4-
17 de octubre de 1908. Banco Central de Los Ángeles de California, Estados Unidos.
– ¡Buenos días, Señora Rockefeller! ¿Qué necesita?
– Buenos dias, Ronald Trumpp, vengo a ingresar dinero.
El cajero Ronald Trumpp se frotó ligeramente las manos como si tuviera frío cuando, en realidad, lo hacía por el placer de ver todo aquel montón de dinero.