Enorgullecimiento

Y esta mañana allí estabas tú. Con tu bigote canoso y tus gafas. Con camisa clara y pantalón de traje y con el maletín en la mano. Llegaste a la puerta y me viste con mis compañeros. Ibas a uno de tus juicios y te paraste al verme. Me acerqué y tu mirada respondía enorgullecimiento y aprobación. Aquel era el sitio que tú hubieras rondado más. Me abrazaste con un brazo sin llegar a soltar el maletín con el otro y me diste un beso en la mejilla, transmitiéndome el ánimo, el cariño y la enhorabuena al encontrarme, en el lugar en el que tú desempeñabas la profesión que tanto amabas, empezando la que a mí tanto me apasiona. Lo sé. Sé que estabas allí. Sigue Leyendo...

Si se logra alcanzar esa utopía…

Charles Péguy dejó para la posterioridad una frase que dice así: “El que no dice la verdad se hace cómplice de los mentirosos”. Y Cicerón dijo “La verdad se corrompe tanto con la mentrra como con el silencio”. La verdad y la mentira son los dos polos opuestos entre los que nos movemos los seres humanos. ¿En toda verdad hay siempre algo de mentira? Podríamos decir lo contrario, que en toda mentira hay siempre algo de verdad. El asunto prioritario es saber a qué damos mayor prioridad, a los que sólo dicen mentiras o a los que sólo dicen verdades. Si tenemos en cuenta que todo lo relativo termina por ser un absoluto, sólo depende de nuestra propia personalidad ser creíbles o no ser creíbles. Esa es la eterna disyuntiva de quienes nos dedicamos a la comunicación. Entre lo social de las mentiras y lo personal de las verdades existe todo un territorio comunicacional que limita, por un lado, con lo que podemos creer y, por el otro lado, con lo que no debemos creer. Entre poder creer y no deber creer hay siempre un espacio infinito para la imaginación. Sigue Leyendo...