Cale amargo

El copropietario del albergue, una pequeña empresa familiar de ámbito rural, había estado desde temprano faenando y ayudando en la casa de huéspedes, y como ya se había hecho la hora prevista, bajaba al comedor, a desayunar antes de hacer de guía para sus clientes, en una caminata, actividad de la casa; una ruta por el territorio.
Su compañera y también propietaria, esperaba, sola, en la entrada del albergue, ultimando detalles logísticos del trayecto, repasaba la ruta sobre un mapa cartográfico apoyado en un banco de piedra a escasos metros de la entrada, donde aún había sombra.
Faltaban escasos minutos para salir, y clima era propicio. Sigue Leyendo...

Un cualquiera

Mi historia, tu historia, no es su historia
Mi camisa, tu café, no es su negocio
Ni la fila del banco, ni la estancia en un lujoso salón
Cuentan algo del cuento que canta.

Guaipe húmedo, extensión de su mano
Temporal sin rostro, cara sin tiempo
Limpia autos de empresarios, la va llevando
Su oficina es grande: la calzada.

Concurso de Cuento de Quito.
Publicación sin publicar.

Yo no era el chico que tú esperabas.

Yo no era el chico que tú esperabas ni tú eras la chica que yo soñaba. En las aulas de los conocimientos de la vida la distancia entre tú y yo cada vez se hacía más grande. ¿Para qué construir entonces metáforas diarias? A veces parecía como que íbamos a poder subir al mismo tren, pero los muros de la indiferencia separaban nuestros corazones. Sí. Tú tocaste mi corazón en un momento pero… ¿y nuestras almas?… ¿dónde estaban nuestras almas?

Asomado al ventanal de las esperanzas yo notaba que tus miradas sólo eran caricias de superficie sin motivo absoluto y me quedé observando que tus ojos solamente eran para otro diferente a mí, distinto a mí, opuesto a mí. Sigue Leyendo...

Vuelvo a salir de negro

Tranquilo,
vas a darme todo lo que pido,
vas a romper con todo lo acordado,
vas a ser mi costilla rota por las broncas,
aquello que jamás verás finalizado,
que de corazón ya sabemos todos mucho
pero seguimos intentando privatizarlo,
voy a caer para drogarme de lado
con esa espalda tuya que vigilo con mis dedos
para que nunca tengas que quemarlo.

Volvió el invierno.