Despertemos ante las gracias inmensas que la vida nos otorga. Eiijamos quiénes son los destinagtorios de nuestro amor y miremos con calma la impaciencia de los que sólo se aman a sí mismos. El Sol está ahí. ¿No habéis sentido su luz como una caricia? ¿Qué otros aditamentos han añadido a la vida? En mitad de la hierba procuremos no pisar las flores. En medio de las plazas respetemos el agua, la fuente y el árbol. Semos parte de una colectiva que mide sus grandezas por los saludos de la mañana y los de la tarde. Y cuando se enciendan las farolas, mirad las nubes y alcanzad su plenitud, porque tan sólo el milagro se ha ocultado para resurgir de la mano generosa de un mundo que se regenera del dolor.