Esta es la última vez que le doy la vuelta al reloj
ya me cansé de amar, sin recibir amor
mi tiempo de soñador, es sólo un fuego
que va quemando, mi alma veloz.
Cada grano que cae de la arena de mi vida
es una lágrima, de mi corazón
una esperanza… al fin y al cabo fingida,
con la que forjas mi perdición.
Y la arena de tus preciosos versos,
bajará rayando, el curvado cristal
transformando, lo claro en opaco…
disfrazando siempre, a la realidad.
Realidad ficticia que me entregas en palabras,
únicas portadoras de tu amor, sin fin
donde nacen besos que son para éstos labios
aunque es otro, quien los recibe por mí.
Esta vez el tiempo se llevará en mi agonía
todo lo que aún pueda sentir mi corazón
y aunque mi alma, se quede vacía
borraré todo vestigio de tu amor.
Porque quieres oír el motor de mi vida
pero es en otro pecho donde escuchas.
¿No ves que me estás matando
con esta cruel e imposible lucha?
Daos prisa, extintos granos de arena
bajad rápido, y llevaos con vosotros mi alma
que si este sueño es una condena…
no quiero que lo sorprenda el alba.
Excelente. Has pergeñado con mucha precisión el sentimiento del texto. En cuanot a ello yo diría que los sencillos relojes de arena suelen ser más exactos que los lujosos Rolex de los Triunfadores de la Sociedad…