Una de las facetas profesionales en donde más brilló el pensamiento intelectivo de Benjamín Carrión fue la comunicación social. Desde siempre, el Maestro de Loja sintió una especial inclinación por el artículo de prensa y la columna de opinión. y fue tan temprana su vocación que, ya cuando estudiaba cuarto curso de escolaridad, se decidió a incursionar en el arte periodístico, formando parte de una revista que, junto a un grupo de jóvenes coterráneos -amantes de la cultura y los saberes del conocimiento- fundan y dirigen en Loja. Es la revista Vida Nueva donde todos ellos, admiradores y seguidores de las nuevas tendencias literarias que llegan de Europa (neorromanticismo, modernismo, vanguardismo…) escriben, comentan y analizan con la firme propuesta de cambiar las anquilosadas estructuras de la cultura literaria ecuatoriana.
Partícipe de la lectura informativa y colaborador apasionado del progreso a través de los escritos de opinión y el reportaje cultural o la crítica interpretativa -todo ello en base al esfuerzo del estudio y la investigación- , Benjamín Carrión sigue incorporándose a las diversas y variadas publicaciones que, en aquellos años tan proclives a la práctica periodística, nacen y afloran por toda la nación. Así es cómo se hace colaborador fijo de El Telégrafo Literario y Renacimiento (publicaciones, ambas, de la ciudad de Guayaquil) y de Letras (de la ciudad de Quito). En ellas va dando rienda suelta a las capacidades expresivas de los conocimientos analíticos que posee sobre la literatura y la sociología ecuatorianas.
En el año de 1920 -cuando cumple lo 23 e ingresa a la Universidad Central de Quito para estudiar Leyes- es nombrado Seretario de la Junta preparatoria del III Grupo de Estudiantes de la Gran Colombia y pasa a ser redactor de El Día, periódico diario de la capital ecuatoriana.
La Universidad Central estatal vive, en aquellos años, su “belle époque”, y el momento cultural por el que atraviesa es el de mayor esplendor de su historia. En sus aulas disfruta el joven lojano mientras su pensamiento se sumerge en la sabiduría del desarrollo cognoscitivo. En 1922 triunfa Benjamín Carrión en los Juegos Florales que se celebran en la citada Universidad.
Durante aquel período (que culminará con la consecución del doctorado en Derecho), contacta y mantiene amistad con el también doctor Víctor Manuel Peñaherrera, cuya dialéctica amplía los conocimientos que Carrión posee sobre algunos de los grandes de la llamada Generación del 98 de la Literatura Española, como, por ejemplo, José Martínez Ruiz “Azorín”, Pío Baroja y Ramón María del Valle-Inclán.
A lo largo de las cotidianas labores periodísticas en El Día de Quito, Carrión traslada, a las páginas de la prensa, todo el bagaje literario y cultural que va acumulando sobre la Literatura, tanto de la Generación del 98 española como de otros muy variados temas del mundo literario que le ha tocado vivir. Y es en dicho diario donde llega a dirigir las páginas especializadas que van desde el análisis literario hasta las crónicas sociológicas, pasando por los artículos sobre historia y los reportajes concernientes a la organización política y social de los pueblos latinoamericanos. Son, efectivamente, los primeros productos intelectuales de alta enjundia que salen del pensamiento periodístico de Benjamín Carrión.
(Fragmento de la obra titulada “El Pensamiento vivo de Benjamín Carrión” escrita por José Orero De Julián y su esposa Liliana Del Castillo Rojas, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura de la “Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil” en 1996 y que fue publicada en junio de 1998).