Los semáforos nacieron como una exigencia para evitar el poder de unos sobre otros. Tricolores y erguidos, controlan nuestras vidas, o al menos…de quienes respetan sus ritmos de cambio. Más de una vez he sentido que al detenerme he respirado mejor, he descubierto vida y sensibilidad, personas diferentes, y sobre todo…que los conductores existen, muy al margen de las marcas y de los terribles créditos. El semáforo es una expresión detenida, la necesidad de un orden, el equilibrio de los tiempos, en definitiva…merece algo más que estar sometido a una quietud infinita.
Un comentario sobre “Semáforos para detenerse.”
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Propongo el semáforo candente que hable poemas al oido de los peatones, muy bajito, suavemente, para devolvernos la alegría de pasear por las aceras…