Era mentira.
Sí, otra más, como cuando te dije que no te mentía.
Fuí porque sentía una irremediable necesidad de verte.
Como la que tengo ahora, sólo que entonces todavía se me permitía el lujo de poder satisfacerla.
Sí, otra vez. Siempre es lo mismo porque es lo único que fué. Echo de menos lo único que puedo echar de menos.
No puedo hacerme la fuerte y sobreponerme diciéndote que no vuelvas porque nunca quisiste hacerlo. Y tampoco puedo resignarme a que te vayas si nunca llegaste a estar.
Sí, ya sé que te parecerá que no tiene sentido. Enhorabuena.
Tú tambien habrás querido a alguien alguna vez, asi que no te hagas tanto el “qué he hecho yo para merecer esto” porque esto tú también lo has sentido.
Qué le vamos a hacer si sigo sin saber qué hacer para olvidarte, si junto a mí duerme ya otro clavo pero ni así pude sacarte.
Por muchas decepciones que sufra, metiría si digo que conozco el desamor, porque nunca conseguí desenamorarme de nadie, sobre todo de tí.
Qué inadecuado escribirle esto a un extraño con quien planeé cumplir sueños, con quien compartí ilusiones, con quien guardé secretos que sólo les contamos a las calles, en quién confié, con quien reí y lloré, pero al fin y al cabo, un extraño.
A un extraño que dio lugar a pensamientos y sentimientos varios.
A los extraños hay que escribirles, porque en ello esta nuestra liberación, un saludo