“Señor ladrón, buenos días tenga”
“Buenos días señor Juez”
“Soy el juez que tiene que declararle culpable o no culpable”
“Adelante señor Juez, le escucho”
“Vamos a ver. Usted entró en la casa, y sabía que los dueños estaban durmiendo en su habitación. ¿Es así?”
“Efectivamente, está usted en lo cierto.”
“Bien, entonces, acláreme algo esencial para poder dictar una condena justa. ¿Entró en silencio, sigilosamente, para poder robar sin ser visto? o ¿entró en silencio y sigilosamente para no alterar el sueño de los inquilinos y no causarles trastornos?”
“Señor Juez, irrumpí silenciosamente en la vivienda, procurando no hacer ruido, para no molestar a los inquilinos, me sabía muy mal sacarlos de su sueño y crearles molestias”
“Ah, está bien, está bien. Pues si es así, debo declararle no culpable. Ya puede usted marcharse. Que pase un buen día.”
“Oh, señor Juez, que bueno es usted, gracias.”
Jajaja. Buen humor en un cuento curioso. Me gusta, a veces, ser poco trascendente para luego trascender con más fuerza. Con ese afán he leído tu cuento y me ha hecho sonreír.