Sobre la brisa tus palabras perfilan sombras de palmera,
oasis del pasado, historias a media noche
besos robados sobre el mostrador de un bar.
En la cadencia de la carne, toda lujuria destila
el ansia de lo humano, la hjusta perversión que da la arena,
la placidez vivida entre almohadones.
El ruido de la calle se adelanta y calla al amanecer
cuando las fuentes de alejandría llaman al silencio amante.
Levanta tus ojos porque allí está Alejandría,
sonbre la plenitud de las doradas dunas
y la impensable caricia de mil manos.