Un hombre desnudo es un acento circunflejo con aires de inveterada soledad. Es una expresión bucólica de órgano en ignición. Un hombre desnudo es una sensación de concupiscente inocencia perdida en el contexto de su lucidez. Un hombre desnudo suena a canto de jilguero ensimismado frente al espejo de su debilidad. Es un sexo disfrazado de conciencia que se entretiene en buscar palabras de erótico entretenimiento. Un hombre desnudo es mucho más abierto que los gabanes de la hibernalidad. Un hombre desnudo es, en definitiva, una respuesta cierta a la semiótica varonil.
(Reflexión surgida tras leer a Antonio Gala y Rosa Montero).