Ayer, en el Estadio Sánchez Cánovas de Molina de Segura (Murcia), con tan sólo 500 espectadores en los graderíos, el Molina Club Deportivo (que resulta que es un equipo filial del Atlético de Madrid para quienes no lo sepan) se pegó un batacazo monumental ante el Mar Menor que, siendo visitante, se llevó lo 3 puntos en liza y opta ya por entrar en el “playoff” de ascenso a la Segunda División B del fútbol español. Sólo dependen de ellos mismos el conseguirlo.
La victoria conseguida por los “manguistas” playeros fues justa según el juego de ambos equipos, pero no fue tan justo el gol conseguido por el centrocampista Emilio Rodríguez (nada que ver con el ex baloncestista Emiliano Rodríguez del Real Madrid) que fue logrado en un claro fuera de juego que lo vieron todos menos el árbitro (¡y mira que ya es aburrido que pasen estas cosas en el fútbol!). Así que al árbitro Villalba Gabaldón (nada que ver con la actriz televisiva Teresa Gabaldón) se le vio el plumero. ¿Le habrán untado con “pasta” no lo le habrán untado con “pasta”? He ahí el dilema de siempre, el famoso dilema de “los hombres del maletín lleno de lechugas verdes”.
En cuanto al Molina, lo intentó todo pero “no se pueden pedir peras al olmo” y además “la única cera que hay es la que arde” y ya es más bien muy poca. Queda tan solo una jornada para terminar el Campeonato en el Grupo 13 de la Tercera División (el Grupo de la Región de Murcia) y si el Molina, que juega de visitante, no consigue sacar ni un empate al menos (1 punto le salva del descenso) queda en manos de lo que hagan Muleño y Atlético Pulpileño. Por eso es cierto que, pensando ya en la próxima temporada (si desciende el equipo “conservero” a Regional Preferente) va a ser mejor ir pensando en lo de “es mejor honra sin barcos que barcos sin honra” según se están portando los árbitros con el equipo.
El Mar Menor tuvo la enorme suerte de que, tras marcar el 0-1 en claro fuera de juego y echar todas sus líneas atrás para atar los 3 puntos con el sistema del “amarrategui”, el defensa “conservero” Juando marró un gol ya cantado hasta por la Orquesta Sinfónica de Viena mandando el balón al limbo de los desesperados cuando tenía toda la porteria contraria a sus pies. Y es que algunos sólo usan los pies cuando juegan al fútbol pero no utilizan para nada el cerebro.
La situación actual del Molina (de Segura) se ha vuelto trágica. Del drama má o menos “melómano” se ha pasado a la tragedia. De “Las suplicantes” de Esquilo se ha llegado a “Antígona” de Sófocles. Para pensar. Para meditar. Para razonar. Falta sólo una jornada y hay un puesto de descenso para tres equipos: Muleño (32), Molina (32) y Atlético Pulpileño (29). De momento la espada de Damocles amenaza al Molina. Ahora depende de si los “conserveros” logran conseguir tan solo 1 punto (o los 3) en el último partido, con lo cual quedarían salvados del descenso, o tienen que quedar a merced de los que hagan sus dos directos rivales para acudir, quizás, hasta el factor del “gol diferencia”. Alguien estará pensando en la frase lapidaria de Ramón Pérez de Ayala: “Cuando la estafa es enorme ya tiene un nombre decente”. Posiblemente lo esté pensando por el claro fuera de juego que el árbitro no vio o no quiso ver o hizo como que no veía. Se puede decir que “algo huele a podrido en Dinamarca” como dijo el centinela Marcelo en la tragedia “shakesperiana” de “Hamlet”.