Con la tarde algo cambia en sus miradas,
Ríen distinto, como si jugaran
A ser más libres o caballeros de un cuento,
Que sólo ellos conocen.
Las mesas ya no son islitas,
Pequeños reinos de lápiz,
Sino atolones inmensos
Donde ruedan los colores
De sus estuches abiertos.
Leen despacio, pero leen…
Cogen, eligen, dejan,
Abandonan la tarea por una ilustración
Que les evoca mil cuentos,
Mil historias, la admiración
Por un dibujo bien hecho.
Lectores entre gigantes dormidos,
Libros nacidos de los ensueños
De otros que fueron pequeños;
Escritores.
!Qué bien compañero!. !Que buena poesía para recordar al insigne Machado!. No pequeñas islitas sino verdadros atolones de sensibilidad. !Te felicito!.
Qué buena sí señor!la segunda estrofa es la que más me ha gustado.Fantástica alegoría.
Un saludo.