Le dolían tremendamente las sienes; quizás por causa de los nervios a los que había estado sometido las últimas horas o quizás porque la tensión de lo vivido hacía unos minutos le había elevado la tensión arterial. Salió lentamente de su escondrijo mientras el olor a desechos orgánicos era cada vez más nauseabundo. Paul se encontró momentáneamente desolado…
¿Era una buena decisión ir hacia la Tercera Avenida para reconfortarse con un whisky mientras intentaba ordenar sus ideas?. No lo sabía con exactitud pero decidió hacer caso a su perentoria necesidad. Tiempo tendría después para dirigirse al Salón Tesauro e intentar saber algo sobre Bianca. Mientras caminaba lentamente, en su interior golpeaba sin cesar, una y otra vez, aquella inconfesable e inconfesada verdad que tan celosamente guardaba en sus entrañas.
A pocos metros del inicio de la Tercera Avenida encontró el Bar Brentwood y entró. Un aire caliente y viciado le impregnó la pituitaria…