Camila

(A Camila Fernanda Medina Bascuñan)

Procuraré que mis besos te lleguen al alma
y aunque el dolor triste y eterno me robe la calma
seré yo quien mate tu melancolía innata,
seré yo, quien reviva tu alegría, la que te ata.

Eres tormenta de cementerios, mi cruel huesa;
tú, rosa negra, tan niña y con tanta belleza,
tus espinas, no me duelen si las llevo en mi pecho,
y aunque el dolor murrio, me apague y me lleve al lecho
seré yo quien muera, por tu risa de niña mía,
y seré yo, quien viva deshojado por la agonía.

Procuraré que mis besos, te lleguen con delirio,
silencioso y tibio, sentenciado a ser cariño,
y cuando tenga del dulce de tus labios lo mío,
volveré con la grandeza pura de ser un niño,
seré yo quien devuelva tus pasos perdidos
extraviando los míos por los besos compartidos.

Eres otoño cuando respiras y no estás
y son tus lágrimas, ilusiones mudas de oro;
tú, tan pequeña, bella y abstracta de gran tesoro,
que guardas senderos de llantos extraños, y no estás…

Procuraré que mis besos iluminen tu alma
con el fulgor de la estrella, acechando la mañana,
a sangre viva, borrando las huellas de mi palma,
con la mirada hecha manantial, en la que emana
reproches del olvido, memorias socavadas,
por los besos prohibidos, por las flores fustigadas…

Eres lluvia azul, en las noches de mis anhelos,
y tus ojos, luceros de amor, son flagelos
que acarician, devorando con pasión constelada;
y los astros que suspiran, y la luna ruborizada;
tú, ángel de sueños con alas blancas en mi lejanía,
yo, ángel siniestro cortando al tiempo, su mirada y su felonía.

Procuraré que mis besos te llenen de calor
dejando mi palpitar en tus labios de grana,
y el rumor de la noche, jubiloso y sin dolor,
devolverá tu sonrisa, por la mañana.

Eres beso vespertino y el albor de lo inminente,
de hermosura encadenada a lo infinito,
marchitando eternamente lo bendito
con murmurios de ternura incandescente.

Procuraré que mis labios, olviden el dolor
de estar cansados de tantos besos, con el fulgor
de los tuyos, con el encanto de su pureza
y sellar mi nombre con tus labios de cereza;
entonces sabré, que sigo vivo, pleno e ileso,
listo para morir a la luz del alba cegadora,
y si mis labios se cansan, entonces no hay aurora
y los besos prosiguen, y solo se eternizan
en la danza que los envuelve silenciosa.

Y serás como la frágil rosa susurrante,
de alegría luminosa, de corazón radiante,
de vivir indomable, desdoblando tus latidos
en la blanca noche de silencios desterrados
abrazando el firmamento de mis ojos, mis sentidos…

Procuraré que mis labios, no olviden de tus labios
lo divino, y respirando tu inocencia eternal,
de insaciable rendición, en la cúspide vacua
de mi piel desnuda; y sabré guardar de la nada,
los instantes puros de tu boca, prohibidos
besos que llevan tu esencia engalanada,
y en mis venas, dormirá el tiempo escondido,
como aristas del desvelo en la vertiente
esperando la verdad de tu alegría que violante,
escapa por el mundo siendo vida como el llanto,
siendo muerte como cielo en el negro manto.

Procuraré que mis besos te sean reales
entre los sueños que calan tu almohada,
y mis alas abrazando a las tuyas, como señales
quitará la venda del sueño eterno en tu alborada,
y jamás conocerás la pena de vivir en la ausencia
teniendo de los besos y mis labios la inocencia…

Procuraré que mis besos lleven tus caricias,
las que un día fueron mías, en las noches de destello,
y partiendo de mis sueños, quemaré el tiempo bello
con las lágrimas de una despedida, no arrepentida.

Y serás la niña del verso, hecha mujer beso
en la semblanza de mi poética, del embeleso
y en la hoguera de mis entrañas, la añoranza
de un despertar dulce, el recuerdo de la esperanza.

Procuraré que mis besos sean ilusión tuya,
realidad mía, y serás en los sueños
la emisaria de mis besos que son tuyos,

Procuraré y serás, y yo esteré…

Autor: Lucevan Vagh Owen Berg

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