En sordina cadencia te complace sumirme,
en oleadas de penas pretendes asfixiarme.
¡Qué pesada es la carga, cuán amarga me la haces
y no puedo arrancarme de tu abrazo letal!
Tu sombra oscura,húmeda y persistente
que en girones emerge y asciende
por los muros de mis pensamientos,
con tus crenchas plomizas,azotas mis recuerdos
que hoy pueblan el vacío
que mi alma está sintiendo.
Aparta tus guedejas, falaces y siniestras
que me impiden gozar de luces matutinas
con aromas de incienso,con ansiedades dulces,
y como en un susurro en un dorado arpegio
me permita soñar.
Deja ya de envolverme,tirano de ultramundo.
Deja ya de seguirme
y vuelve a tu arcón oscuro de aromas pestilentes.
Deja vivir mi vida y gozar de mis tiempos.
¡Permíteme ser libre!
Tu canto, bertalis, se llena de liberación ansiada en unos versos cargados de ansiedad. Quizás la libertad de los poetas consista en sentirse envueltos en las presencias persecutorias de la carga oscura. El ultramundo que expones me suena a sueño prolongado. Al final queda el grito de la liberación profunda en el interior de todas nuestras almas.