Naces, creces, mueres y caes, caes hasta el fondo o subes hasta la cima para volver a nacer, para volver a existir en este mundo del que hablo, en ese mundo que eres tú y no el cielo.
Piensas que abandonas, que te deshaces entre el polvo perdido en el aliento de tus amagos y es ahí cuando mueres.
Y de repente, te das cuenta que la llama, aquella llama que al nacer encendiste con ilusión, aun continúa viva, despierta, pendiente como tu corazón buscando oxigeno del que alimentarse.
Y es ahí cuando vuelves a nacer, cuando despiertas del calvario, del ruido, de la inmensidad perdida y rezagada, es ahí entonces cuando una breve y escondida sonrisa bajo labios mojados por el rocío que te vio dormir en la profundidad de tus pensares, hace que vuelvas a pertenecer a ese mundo que eres tu y no el cielo.
Naces para abrir los brazos, para dar la bienvenida al ocaso, creces en cada momento, en cada llanto, en cada placer buscado o sin buscar, en cada gesto, en cada paso corto o largo… y mueres en aquellos en los que parece no existir más que el amor, que el sol dando en tu cara en una mañana tranquila o en un simple abrazo
Y es ahí cuando te das cuenta que en cada momento naces.
Cierto Nasia. En cada momento naces para perecer y volver a surgir. Es como el nadador de la especialidad de braza. Arriba y abajo. Adentro y afuera. En todo momento surges, resurges, emerges y te sumerges. Y al final… ¿qué queda al final?.Quedamos, Nasia, en el éter de nuestras palabras y en esas escondidas sonrisas y llantos del abrazo a la Nada. O quizás ese sea simplemente el Todo de toda nuestra Existencia. Si. En mayúcula. Como tu reflexión. Un abrazo.
bonita reflesión, el milagro de la agonia de la muerte para volver a renacer. Es un privilegio que tenemos que aprovechar con mucho amor, un beso cielete
Es un milagro ese renacer que contínuamente se produce en nosotros, después de cada caída. Eso sí, con cada vez un poquitín menos de ilusión.
Un beso.