Ese mundo que eres tú y no el cielo.

Naces, creces, mueres y caes, caes hasta el fondo o subes hasta la cima para volver a nacer, para volver a existir en este mundo del que hablo, en ese mundo que eres tú y no el cielo.

Piensas que abandonas, que te deshaces entre el polvo perdido en el aliento de tus amagos y es ahí cuando mueres.

Y de repente, te das cuenta que la llama, aquella llama que al nacer encendiste con ilusión, aun continúa viva, despierta, pendiente como tu corazón buscando oxigeno del que alimentarse.

Y es ahí cuando vuelves a nacer, cuando despiertas del calvario, del ruido, de la inmensidad perdida y rezagada, es ahí entonces cuando una breve y escondida sonrisa bajo labios mojados por el rocío que te vio dormir en la profundidad de tus pensares, hace que vuelvas a pertenecer a ese mundo que eres tu y no el cielo.

Naces para abrir los brazos, para dar la bienvenida al ocaso, creces en cada momento, en cada llanto, en cada placer buscado o sin buscar, en cada gesto, en cada paso corto o largo… y mueres en aquellos en los que parece no existir más que el amor, que el sol dando en tu cara en una mañana tranquila o en un simple abrazo

Y es ahí cuando te das cuenta que en cada momento naces.

3 comentarios sobre “Ese mundo que eres tú y no el cielo.”

  1. Cierto Nasia. En cada momento naces para perecer y volver a surgir. Es como el nadador de la especialidad de braza. Arriba y abajo. Adentro y afuera. En todo momento surges, resurges, emerges y te sumerges. Y al final… ¿qué queda al final?.Quedamos, Nasia, en el éter de nuestras palabras y en esas escondidas sonrisas y llantos del abrazo a la Nada. O quizás ese sea simplemente el Todo de toda nuestra Existencia. Si. En mayúcula. Como tu reflexión. Un abrazo.

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