Oh insensible espíritu de mirada triste,
que en mi andar ceniciento me acompañas.
Oh impasible ensoñación que mi alma rebañas,
de puñal agudo que en mi corazón hundiste.
Oh taimada hada de mil cuentos infantiles,
que vives aislada del bosque en su espesura.
Oh pensamiento fugaz que me robas la cordura,
haz volver de nuevo las ideas a sus rediles.
Oh musa difusa de brillantes poesias olvidadas,
que mi vida en rima clamorosa tú cercenas.
Oh sangre roja de amor que corres por mis venas,
acompañándome hasta el final de nuestros días.
Oh claridad de la oscura noche sin luna,
insúflame tu aliento en mis frias entrañas.
Oh lúgubres sombras que asomais entre las cañas,
absorber este dolor que mi alma perdida rezuma.
Oh Venus del amor que en los cuadros bella apareces,
envuelveme el éspiritu con los pétalos de tu rosa,
y con tus lindos labios rojos que parecen mariposa,
moriré yo sintiendo el preciado regalo que me ofreces.
!Loable composición elegíaca esta tu oda nocturna!. Imprimes ritmo y rima perfectos. Y como Ovidio renacido expresas una serie encadenada de sentires que van desde una primera mirada melancólica hasta esos labios rojos que ofrecen su regalo, pasando por el camino de la ensoñación que arranca de los cuentos infantiles y termina en el aliento de las entrañas maduras. !Genial, kiowa!.
Genial. Memorable. Me he quedado boquiabierta. En la última estrofa veía el cuadro de Boticelli.
Felicidades, Kiowa, me ha encantado.