Dia 20 de junio de 2008. Quito. Carla ha terminado sus estudios de secundaria y hoy se ha graduado como bachiller. Hemos estado toda la familia reunida en torno a ella y ha sido un acto lleno de emociones, sonrisas y lágrimas amorosas, donde la espontaneidad de la alegría ha sido inmensa. Después, la fiesta ha continuado a partir de las 8 de la noche en casa donde hemos cenado y nos hemos divertido absolutamente todos. Ella con sus padres, su abuelita, toda su familia ecuatoriana y una gran multitud de amigos y amigas con los que ha salido ya para pasar sus merecidas vacaciones en la playa de Castelnuovo, en las costas esmeraldeñas, en el chalecito que la abuelita Lucy les ha prestado por una semana.
Sólo ha faltado a la fiesta su hermanita Leslie… pero Leslie no ha podido venir porque está en plenos exámenes de tercero de Derecho allá, en Madrid (España). Y yo confieso que he soltado unas lágrimas de nostalgia porque ambas dejaron ya de ser bebés. Ya son mujeres que crecieron un día sin darme yo cuenta. Las sueño bebés entre mis brazos o cogidas de mis manos paseando, junto a Liliana, por la Casa de Campo madrileña.
Han crecido. No sé cuándo fue. Pero ya han crecido y se han hecho mujeres hermosas por fuera y por dentro. Carla cumplirá el próximo 3 de agosto 18 años de edad y ya está preparada para una nueva etapa de su vida: los estudios universitarios y el mundo del trabajo. Lo más hermoso de ella (que es tan hermosa físicamente como su hermana Leslie) es su corazón de oro. Ambas tienen un corázón de oro y son mis dos dulces princesitas junto a su mamá. Ahora que no sé cuándo dejaron de ser princesitas para convertirse en princesas siento lágrimas en mis ojos porque los años pasados en mis brazos ya no volverán.
Pero bueno. La vida es así y tiene sus propias leyes. Crecen los hijos. Crecen y un buen día, sin apenas darnos cuenta, remontan el vuelo y comienzan sus etapas maduras. Y yo ahora, junto con Liliana, y en medio de la felicidad, nos preparamos para ir a Guayaquil invitados por nuestros amigos los Lemos. La vida sigue. Continuamos batallando por salir adelante. Un beso enorme Carlita. El último beso que te doy como Carlita. A partir de ahora te besaré como Carla. Hasta siempre princesita convertida en princesa. Que seas perpetuamente feliz y que sepas que mientras yo esté sobre la faz de esta Tierra prometo seguir continuando en mi labor de proteger a tu bello y hermoso corazón de oro.
Enhorabuena por ese Bachillerato acabado de tu hija pequeña.
Los hijos crecen y es nuestro deber procurar que tengan su propia vida, aunque esa vida les aparte cada vez un poco más de nosotros. Es normal y hay que aceptarlo (y no sólo aceptarlo sino desearlo). Como dice Gibran Khalil en “El Profeta”, los padres somos el arco y los hijos la flecha: hemos de procurar que vuelen lo más lejos posible, aunque su trayectoria les aparte de nosotros.
Un abrazo, Diesel, sé cómo te sientes, la alegría se mezcla con la tristeza de lo dejado atrás, que nunca volverá. Ánimo, la vida, tú ya lo sabes, se compone de pequeños pasos en el camino, hay que seguir andando.
Un fuerte y vorémico abrazo.