Paradoja del silencio.

Cuando la soledad llama a mi puerta,
siento hasta el latído de mi corazón en la mente,
el silencio comprime mi alma y me envuelve,
me llena de vacío la convivencia del dolor.

La ingrata sensación de la nostalgia,
el clamor del desterrado sentimiento puro,
la propia naturaleza que me parece difunta,
la melancolía que a todas partes me acompaña.

Es extraña la sensación de vulnerabilidad,
la invasión de mis cansadas células es manifiesta,
no hay compasión que perdone a los espíritus débiles,
el homicida no es sensible en el desierto del abandono.

El sentirse desamparado acompaña la hoquedad negra del pecho,
la sensación de axfisiante agonía es mortal y placentera,
en las más profundas entrañas el pensamiento se tortura,
el desconsuelo de la verdad es taimado y es mordaz.

El suplicio del destierro de la compañia amiga es auténtica,
llena de nostalgia del mañana venidero mi delicado intelecto,
intento andar por caminos mayoritariamente transitados,
pero sólo encuentro sendas deshabitadas y pasada desolación.

El extertor agónico entra en mí plácidamente quebrantándome,
siento que me insufla en mi interior su vomitivo aliento,
es una paradoja que me guia al gris mundo de lo absurdo,
que me hace sentir feliz aunque parezca un contrasentido.

2 comentarios sobre “Paradoja del silencio.”

  1. Me gustó esa paradoja final en la que muestras toda la síntesis de la composición del poema en un sentir feliz aunque parezca contrasentido el sentirlo. Muchas veces somos así.

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