París, de donde acabo de volver, tan bello como siempre, con un tiempo espléndido que nos ha permitido caminar hasta la extenuación. Un viaje que nos ha salido redondo en todos los aspectos, porque el tiempo, aunque aquí fuera lluvioso y frío, allí por el contrario era soleado y con la temperatura adecuada para moverse de acá para allá.
Los “bouquinistes” de la Rive Gauche tenían, por tanto, todos sus libros y grabados expuestos al aire libre, sin necesidad de protección. Los jardines del Luxemburgo llenos de gente tomando el sol, bien sentados en sillas, bien sobre el césped.
Nos sentamos en la terraza del café de Maxim’s y los camareros bien podrían ser algo más simpáticos. Hay algo misterioso con respecto a las infusiones de manzanilla: no me las han servido en ningún café donde lo he intentado.
El Sacré Coeur y las callejas al pie, los bulevares, l’Étoile con su Arco del Triunfo, las grandes tiendas de moda, los bistrots, las brasseries, y sobre todo las inmensas librerías, hacen que la visita de esta ciudad sea inolvidable, sin importar las veces que la hayas visitado.
Recuerdo con particular agrado la charla que sostuvimos con la cuidadora de un pequeño jardín de plantas aromáticas que perteneció a una abadía ahora en ruinas, que nos confesó estar muy feliz con su trabajo. Era una mujer sencilla que respiraba tranquilidad y la difundía en su entorno. La felicitamos por su extraordinaria labor en el jardín y por el amor a su trabajo. Me pareció que era una mujer que se sentía perfectamente en su piel y que no ambicionaba más de lo que tenía.
La literatura es fabulosa porque en ella nos distraemos y visitamos lugares que no conocemos, porque nos transporta a esos tiempos y esos lugares. Gracias por llevarme a caminar por esos lugares mágicos y reales. Un abrazo Carlota.
Gracias, Hacaria. Es imposible en unas cuantas líneas describir lo que tiene de interesante esa ciudad, nos extrañó hablar con un matrimonio mexicano y que él nos dijera que no le gusta Europa, que sólo se había tomado la molestia de cruzar el Atlántico porque su hija estudia en Londres.
Hay gente así, que se le va a hacer, que no sólo no tienen gusto por las cosas sino que además dicen una inconveniencia y se quedan tan tranquilos.
Un abrazo, Hacaria.