Siempre que releo algo del escritor mexicano Carlos Fuentes hace que me pregunte dónde convergen la responsabilidad personal y la responsabilidad social. Y entonces me planteo que la sociedad no puede estar madura si el mismo hombre aún se aferra a la “bravura” del “macho” propia del adolescente, en vez de evolucionar y acabar aceptando las cualidades más femeninas de la sinceridad y el autosacrificio,

En este mundo (y es algo que hace tiempo escribí ya aquí en Vorem) el elemento femenino es la clave más prioritaria para saber dónde se encuentra la encrucijada de la verdadera evolución humana. Por eso las mujeres, dentro del contexto de los géneros humanos (macho y hembra) está mostrando sus verdaderos valores fundamentales en las partes de la Tierra donde ya ha logrado su liberación del yugo machista.

No es una proclama del feminismo lo que estoy plantenado en este breve ensayo (aunque quizás sería conveneinte hacerlo de vez en cuando) sino un planteamiento natural y espontáneo donde, desde el punto de vista objetivo de la observación neutral, reconozco ampliamente lo que de positivo y prioritario tienen esas cualidades femeninas de la sinceridad y el autosacrificio en las que me hacen pensar cuando releo obras del mexicano Carlos Fuentes como “La muerte de Artemio Cruz”, “La cabeza de la hidra”, “Orquídeas a la luz de la luna” o “Cambio de piel”.

En este encuentro yuxtaposicional de las relecturas de Carlos Fuentes y el género humano que subyacen en su novelística del mundo mexicano encuentro unos “yos” fuertemente masculinos que me devuelven (como “boomerang” mediático) a las horas de la latente lucidez de lo socialmente femenino y sus controles.

Que estamos en un período nuevo de funcionamiento social (y hasta corporal) es ya un hecho constatado repetidamente. Y es bueno repasar y releer entre líneas las obras de los grandes escritores como Carlos Fuentes para poder observar “puntos escondidos” entre dichas líneas argumentales.

La mujer del dçia de hoy es muy importante de ser analizada para ser atendida, entendida y asumida como verdadera función de cambio social.