Si morir fuera caer en las espinas
de un rosal en vez de inyectármelo,
moriría con gusto con el recuerdo
de una mirada dulce
con el calor efímero de tu abrazo.
Moriría resignada en la vejez más espantosa
recogiendo apresurada los momentos
que derramaste
(Si entraran en mi bolsillo)