Cada uno a un costado.
Sustento de un cuerpo en llamas.
En su medio…,
el pequeño universo tembloroso.
Circunferencia perfecta.
Un quebrado;
un medio de mis dos extremos.
Son mis caderas
que se han envuelto
en tules transparentes.
Un sol tímido
se descubre
en el horizonte
de una falda.
Un vaivén de olas
perfumadas de sexo
invitan al navegante
a sortear su suerte.
Remolinos marinos
embriagados de furia,
absorben sedientos
los misterios del triángulo.
Son las caderas
lujuriosas,
ya sin fuerzas
para mas danzas,
que se extienden
sobre las sedas húmedas.
La mar vuelve
a su calma.
Los tules caen
al abismo.