Me naces en las muñecas.
Trenzada tu furia con mis venas.
Círculos de astillas
en breves recorridos
impotentes.
El peso de tus huesos
se muere sobre mi cuerpo.
Me hundo bajo tus besos
en un sarcófago asfixiante.
Ángeles rojos
Negra,
oscuridad en mi pupilas.
Anchas,
dilatadas.
Apuntan,
irrigando vida
absorviendo
el grito
de un último silencio,
y disparan!
¡Al blanco! Qué bonita tu poesía.
La axfisia que se espera, jejejeje, es el suspiro eterno. Así que no hay por qué temerla.
jajaja, es verdad… .
Aunque debo confesar, que no hay mejor muerte por asfixia que la que se espera.
Un abrazo
Me gustó. Sólo decirte que los sarcófagos no son axfisiantes sino cómodas butacas. Jejejeje.