A las mujeres…

Todas las mujeres (sea cual sea su fisonomía, su condición social, su pensamiento, su creencia o su edad) son verdaderamente ejemplares. Es totalmente falso que todas las mujeres sean iguales (eso sólo lo dicen quienes no conocen nada del género femenino) pues en todas y cada una de ella late siempre una singular concepción de los espacios vitales. Son valientes y valiosas las mujeres. Tan especialmente concebidas que el dicho aquel de Schopenhauer (“las mujeres son animales de cabellos largos y de ideas cortas”) es, sencillamente, una majadería monumental. No comprendo cómo Schopenhauer pudo pasar a la posteridad como un gran filósofo o pensador.

Las mujeres han sufrido, y siguen sufriendo en muchas partes del planeta, persecución por parte de hombres inútiles que llenan miles de páginas de la Historia y miles de páginas de las enciclopedias. El dios Eolo debería borrar, de una vez por todas, el recuerdo de tantos y tales misóginos personajes.

Pero las mujeres siempre han estado ahí, con su singular naturaleza y esa fuerza vital que las hace verdaderamente imprescindibles e inolvidables. Siento por las mujeres una enorme admiración y también una gran gratitud porque ellas tienen suma importancia en el desarrollo de mi concienca humana.

Aprovecho este espacio del libérrimo Vorem para levantar mi copa y brindar por ellas.

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