A Pablo Neruda

Como empapa la lluvia, monzón de primavera,
te leí y te leo empapándome hasta los huesos.
Fue tu palabra el estallido primero, luz cegadora
de los primeros tiempos que fertilizó mis ojos y sus pupilas
se abrieron a las letras proclives a no acabar,
a seguir riendo.
Amplios vocablos, inacabables caminos, senderos abiertos
en el respirar lento de tus acentos.
Pablo, en mitad de tu isla, aislado por necesidad creadora,
embriagadora marea de desazón humana.
Poema a la manzana, a la cebolla, a la humilde flor
que es color en la paleta de los poetas.
Supe de ti cuando vi volar mil aves sobre la pleamar
y el viento me trajo tus palabras llenas de sal,
sal madre, madre que curte los rostros que cabalgan
sobre los mares intrépidos de tus poemas.
a ti, Pablo mi sonrisa abierta, la mano extendida,
la mirada puesta en la amplitud verbal que cunde y culmina
con la la admirada presencia de tu total ausencia:
tu mirada.

2 comentarios sobre “A Pablo Neruda”

  1. excelente..
    genio poético Pablo,
    amigo, hermano, muchas veces cómplice y motor de las primeras locuras, esas que vamos descubriendo mientras descubrimos…
    asi es,

    cariños,
    Celeste

  2. Me parece increible que en el mundo actual todavia Pablo este presente, quienes nos formamos en la literatura alla por los años setenta, fue nuestro pilar, pero hoy en dia del fast food, son otros los heroes y los poetas, puedo escribir, que podre escribir que el mundo es grande o que es pequeño que cuenta con un capitan que soñaba que te soñaba,y que tu risa es la realidad que tienen las piedras que forman las alturas de machu pichu.

Deja una respuesta