Alma de madera y sueños.

Arbol centenario que en la plaza habitas,
de arma blanca en tu piel letras grabadas,
testigo tú has sido de innumerables citas,
de palabras de amantes con besos selladas.

Pequeña vara hiniesta naciste en primavera,
en principio delicado tallo verde oscuro,
paso te abriste separando la dura tierra,
de semilla sóla y triste viniste yo lo juro.

Con tiempo agua y sol fuistes creciendo,
los años te fueron dando experiencia,
a tu lado el pueblo fué floreciendo,
mientras seguía avanzando la ciencia.

Fuiste testigo mudo de una fratricida guerra,
tus afligidas hojas savia triste derramaron,
pensastes que la vida se tornaba perra,
mas con el tiempo las aguas a su cauce tornaron.

Fuiste amigo de los pájaros, habitaron tus nidos,
alrededor de tí los niños siempre jugaban,
en tus ramas siempre el viento rumor de sonidos,
con la ayuda de las hojas de tu alma acrecentaban.

Al abrigo de tu siempre verde vestido frondoso,
se refugiaron corazones humanos de intensas lluvias,
jurándose a veces eterno amor fiel y hermoso,
como el intenso y fuerte color de las petunias.

Tu alma sensible de sentimientos se fué empapando,
tu duro tronco impasible de mil batallas se fué pudriendo,
tu fuerte yo interior el tiempo fué resquebrajando,
la agonía de la triste edad mortal te fué carcomiendo.

Fitófagos insectos se alimentan de tus entrañas,
acabando con tu espíritu de imagen complaciente,
tus grandes dolores internos ya no te engañan,
en su seno te lleva ya inexorable la muerte.

Cuando pasados los años vuelva feliz a tu encuentro,
he de sentirme profundamente triste y afligido,
pues un corazón de amor grabado a fuego en tu centro,
de este mundo contigo furtivamente se habrá ido.

2 comentarios sobre “Alma de madera y sueños.”

  1. Pues tienes toda la razón, no sé cómo se me pudo pasar por alto hacer un comentario a este poema.
    Muy bonita y triste, al final, la historia del viejo árbol. Su vida es comparable a la de las personas.
    Como verás, no hay que decirme las cosas dos veces. Siento habérmelo perdido en su día, pero me alegro de haberlo recuperado hoy.
    un saludo.

  2. En realidad al viejo árbol no le damos importancia, porque siempre le vemos ahí, en su sitio, dándonos sombra y cobijo. Pero cuando nos falta, es cuando en realidad, nos damos cuenta de todo lo que ha significado, en esta vida para nosotros. Es una pena.¿No?.

    Un saludo.

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