Almudena.

Vamos por los caminos férreos de las vías del tren de Arganda. Divisamos el puente sobre el abismo (algo así como El puente sobre el río Kwai pero en versión española-madrileña). Somos E, J, B y M. ¿Es esta la serie correlativa para Almudena?. Si estuviésemos hablando de historias de cementerio, de muertos y de sangre, como nos cuenta él, por supuesto que sí pero… ¡mira por dónde!… estamos hablando de la vida y del saber vivir y en este caso… por mucho que se empeñe hasta las cejas en impedirlo… el orden es otro bien distinto.

Y aquí estoy yo, sentado frente a Almudena, pensando en aquellas historias del cementerio, de los muertos y de la sangre hasta que aparece la locomotora lanzado un profundo pitido y cada cual debe saber salvarse por sus propios medios, por sus propios reflejos y por sus propias circunstancias (dos nos vamos hacia arriba y dos se van hacia abajo) porque él por supuesto que no va a hacer nada por nadie.

Sigo aquí. Trabajando frente a Almudena mientras “El Histérico” no desea enseñarme nada de lo que tengo que aprender. Así que es Alumudena quien me enseña cómo tengo que hacer mi trabajo. Recuerdos de infancia mientras “El Histérico” se niega a cumplir lo imùesto por el Señor Martín que es el jefe supremo del Departamento de Créditos de Importación y Exportación. ¡Casi nada!. Y es que no he sido yo quien ha pedido sentarme frente a Almudena (y no hablo para nada del cementerio ni de historias de muertos y de sangre) sino que ha sido una decisión tomada libremente por el Señor Martín. Y, por si esto fuera poco, se suma a la gran cantidad de envidiosos hasta “El Calavera; al cual, por supuesto, tampoco le hago ningún caso porque el caso es seguir viviendo libre de sus envidias.

A todo esto, en medio de aquel mundo de envidias y de histerias colectivas, el Señor Pastrana que se empeña en que sea únicamente yo el que le dicte, día tras día, el informe de cómo están los cambios de las divisas desde el dólar hasta el dirham pasando, por ejemplo, por las libras esterlinas y hasta las liras porque esto parece ya el caballito de la música de los tiempos de Vallecas City (que hasta hay una fotografía que lo demuestra y no cuento más del asunto para no salirme del tema).

Hay mucho envidioso por aquí zumbando como mosquitos trompeteros que tieen una trompa que no les cabe en la jeta. Sigo recordando. Él fue por algçu tiempo mi ídolo pero resultó ser çidolo de pies de barro aunque tuviese un corazón de piedra y por eso ya hacía muchos años que había dejado de serlo y como tal se me perdió en la memoria de elos tiempos porque ya estaba Ella. Y Ella era lo único que me importaba y me importa en estos asuntos de ligar, no ligar, ni ligar ni no ligar o vaya usted a saber que maremagnum de sensaciones, pasiones, tensiones, etcétera, etcétera… porque es “sine qua non” como dicen los abogados que se las dan de muy entendidos en esto de las chavalas guapas tener tener un corazón muy fuerte para poder soportarlo.

El casoos es que él ya no me importaba para nada desde los tiempos de Cima y hasta de San Isidro si es necesario decir la verdad y ahora, sentado frente a Almudena, la cual me caía muy bien porque era del Atleti, pensaba yo en Ella. Ella es Liliana de los Ángeles. La única real y verdadera Lina de mi corazón. Y esa es mi realidad. No la cambio por ninguna otra fantasía aunque él siga enfadándose como siempre.

2 comentarios sobre “Almudena.”

  1. Jejeje Wersi. Claro que hay seguir. Seguir siendo quienes éramos conister en ser quienes deseábamos ser. Y eso es verdad. Al menos esa es la verdad que vivo, busco y encuentro. Otro besote amistoso para ti.

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