Anhelando salir del basurero (por Elavi Eskola y José Orero).

OLAVI SKOLA:

Cuando creía que iba a recibir el golp e definitivo, algo me lo impidió; la cárcel- Y os quieero contar el motivo por el que fui a la cárcel ya que creo, os puede advertir y enseñar.

A un compañero y a mí nos dieron el alta del psiquiátrico. La asistente social nos proporcionó el dinero suficiente para llegar a nuestras casas, pero con este dinero lo que hicimos fue comprarnos pastillas y cerveza. No que decir tiene que por la tarde él y yo ya estábamos en otro mundo. Pero teníamos un problema que resolver ¿cómo regresar a nuestras casas?.

Antes de seguir contando,es importante que te mencione lo que sucedió en ese viaje de regreso a casa ìes fue una cponducta copiada de algo que vi y oí en televisión la semana anterior en el hospital.

Esa semana habían robado y asesinado a un taxista. La prensa, la radio, la televisión con grandes titulares informaba del suceso.

Seguí muy atento este acontecimiento que me sacaba de la monotonía diaria, y mi mente descontrolada y confundida, fue captando cada uno de los detalles.

Con mi compañero, y bajo los efectos de las pastillas, cogimos un taxi pensando que alguien nos pagaría el viaje. De repente, encontrándome entre el sueño y la realidad, cogí al taxista por el cuello amenazándolo ante la sorpresa de mi compañero que iba sentado en el asiento delanteero. A duras penas el taxista pudo mantener el control del vehículo. Cuando se detuvo me arrastró sin problemas, semiconsciente a la comisaría. A la mañana siguiente me desperté sin saber que estaba detenido acusado de intento de robo de un taxi.

En estos momentos la explicación que yo le doy a estos hechos, es que el robo del taxi de la semana anterior se grabó como si se tratara de un programa impreso en mi mente. Durante el viaje, ante la preocupación de no poder pagar al taxista, y bajo los efectos de las drogas que habían anulado el control de mi voluntad, automáticamente actué conforme a la programación.

Pienso horrorizado en esos miles de jóvenes cuya situación actuales semejante a la mía, que para divertirse toman drogas y alcohol. El cine, las revistas, la televisión y los videojuegos, envían a su estropeado “ordenador” programas de comportamientos terroríficos. Sólo les es necesari una situación concreta e irritante para que despierten una mañana y se den cuenta que son culpables de los hechos más espeluznantes que puedan existir. Hechos que en situaciones normales jamás en la vida hubieran pensado que podían cometer.

En un juicio simplón estos chicos serían los únicos responsables. La realidad es que ha explosionado toda la agresividad acumuladas por conflictos personales y sociales, canaliz´´andose a través de ellos.

El ir a la cárcel fue para mí una salvación; era como un condenado a muerte que momentos antes de ser ejecutado le retrasan la hora. Esperando mi final, la muete, nació en mí algo nuevo, el deseo de sentirme limpio.

Hubo un tiempo en el que me sentía como pez en el agua, pero en el fango; ahora anhelaba salir de ello. La primera señal que me estaba sucediendo era algo más que el miedo a la muerte; quería separarme de la basura, el lodo donde vivçia empezaba a fastidiarme. Tanto el temor a la muerte como el deseo de ser limpio trabajaban juntos en mi interior alejando lentamente los sentimientos destructivos; pero tenía un problema, sabía lo que tenía que quitar para ser limpio pero no sabía cómo.

Decidí dejar de tomar pastillas y aguantar semana tras semana la rutina de la cárcel sin “ayuda”. Me hizo sentir indefensión. En medio de este vacío seguía el anhelo de ser limpio. Para conseguirlo, sabía que no sólo tenía que separarme de “algo”, sino que debía también unirme a algo.

Comencé a dedicar mi tiempo libre a leer y a escribir cartas, algo muy extraño en mí ya que en anteriores ocasiones carcelarias mi tiempo estaba comprometido en conseguir pastillas y trapichear con ellas.

Ya que no encontraba nada mejor a lo que unirme, leía, y ¿Qué leía? Libros de filosofía, literatura cristiana y biografías, buscando algún significado del porqué de la vida, descubriendo palabras nuevas cuayo significado yo no conocía.

Recuerdo el libro del escritor finés Mika Waltari “Félix El Feliz”. Se trataba de un hombre que buscaba a Dios y Dios a su vez, le estaba buscando a él. Tanto me impactó el libro que no me atreví a acabarlo.

Estaba sorprendido de mí mismo. Tenía miedo ¿qué me estaba sucediendo?. Me encontraba nadando en aguas extrañas. Seguía escribiendo cartas pero ¿qué cartas? A algunos les pedía perdón por lo que había hecho y a otyros les declaraba que ahora sabçia lo que esperaba de la vida e iba a empezar de nuevo. También me carteaba con personas intelectuales, de la alta sociedad, opinando sobre cosas que pocas vbeces entendçia. Ardientemente quería algo, pero no sabía lo que era. Un proceso extraño sacudía mi vida. No conocía entonces las palabras “Llamado de Dios”, “Despertar Espiritual”…

Este cambio que se estaba operando en mi interior era tan fuerte que volví a tener los mismos temblores que cuando utilizaba pastillas y alcohol. Temía por mi salud mental, mi débil barca no aguantaría. Había cortado con el pasado y me dirigçia hacia lo desconocido. Pero ¿encontraría allí algo donde agarrarme?.

JOSÉ ORERO:

Antes de seguir con mis memorias de aquellos tiempos voy a hacer una pequeña regresión al pasado. Yo ya era novio de mi princestia y entonces una persona, de cuyo nombre no deseo para nada acordarme, le cegó el rencor por no ser él el novio de la princesa y. a pesar de que hacía ya muchos años que estaba casado, después de intentar hacerme pasar por alcohólico y loco ante la sociedad (cosa en la que fracasó totalmente) intentó por todos los medios separarme de Liliana (Lina de los Ángeles) organizando una trama que él creía que iba a ser mortal. De acuerdo con algunos “ganapanes” del Banco e introduciendo un elemento de su ideologçoa, me tentó con una oferta suculenta para otros muchos: !Hacerme jefe para así tener que renunciar a ella y quedar alejado para siempre de la oportunidad de casarme con ella!.

Yo le segúi el juego (igual que hice cuando intentó hacerme pasar por alcohólico y loco) para ver hasta dónde llegaba alquel juego. Me presenté a los exámenes de aquellas jefaturas. !Y aprobé!. Para ellço él había urdido la trampa de ayudarme dándome las respuestas correctas- Lo que él no sabía es que yo sólo tenía un Gran Sueño y ese Gran Suelo no era ser jefe del Banco sino casarme con la princesa a la cuál él no había podido conquistar (y aquí habría que volver a mis siete años de edad). El caso terminó con que, aun habiendo aprobado los exámenes para las jefgaturas, me negué rotundametne a presentarm,e a la entrevista personal obligatoria. !Habñia escapado de la trampa mortal!-.

Atónito vi cómo lloraban a lágrima viva quienes se llamaban anarquistas quiénes públicamente decían que estabanen contraa de toda clase de autoridad y vi cómo lloraban a lágrima viva comunsitas y socialistas que propugnaban públicametne estar en contra del capitalismo consumista. Pero rápidamente los altos cargos del Banco les ofrecieron jefaturas de “muy poca monta” y traicionaron todos los principios obreros y proletarios que tanto proclamaban públicamtne. !El Capitalismo Financiero les había, primero, quitado todas sus máscaras y, segundo , les había comprado por un simple puñado de pesetas!.

Sorprendidos ante mi rechazo a la Jefatura y no comprendiedno que rechazase lo que aceptaban anarquistas, comunsitas y spcialistas entre otros… me pidieron que diese explicaciones. Primero lo hicieron por telçefono !Por que no quiero! constesté. Después me pidieron que lo explicase por escrito al Dapartamento de Personal. Así lo hice y sólo escribí tres puntos: primero !por que no quiero!, segunod !porque quiero un mes y medio de vacaciones para irme a América a casarme con mi princesa! y tercero !porque nunca he traicionado mis principios y además cuando ella diga ven me voy con ella!.

Y anhleando salir de aquel basurero cogí el avión, a pesar d elos lloriqueos y estratagemas que hizo mi madre siguiendo el juego de quien no quiero ni acordarme de su nombre y que era su propio hijo mayor, y salí rumbo a las Américas. Allí me estaba esperando Jesucrito… y quien quiera creerlo que lo quiera y quien no quiera creerlo que no lo crea… que yo a eso SÍ LO LLAMO LIBERTAD.

Deja una respuesta