Aquella triste mañana mi madre no despertó, la perdimos para siempre y se nos rompió el corazón.
Tras recibir la noticia no tardamos en llegar, rotos por el dolor y derrotados por la indefensión.
Las palabras del doctor derramaron nuestras lagrimas se moría nuestra madre y no se podía hacer nada.
Ante la trágica noticia que perdíamos a nuestra madre nos envolvió la oscuridad y nuestra impotencia fue grande.
Abandonó este mundo sin poder decirnos nada, pero en la expresión de sus ojos aun se podía ver el amor que derrochaba.
Temerosos por nuestra flaqueza y ante aquella cuchillada por la vida en la que vivió y sin poder hacer nada.
Con su fortaleza y en vida, a todos nos protegió, pero en un momento fatídico para ella todo acabó.
Ya nunca sería igual y empezamos a sufrir dudando si en el coma profundo, aún nos podría oír.
Si pensaría en nosotros, si nos vería, y lo más terrible para todos… si sufriría.
Y aquella llama de vida que tanto nos protegió, a pesar de nuestro llanto, pronto se languideció.
En aquel lapso de tiempo y abstracto para nosotros nos envolvió la oscuridad y un vacío tenebroso.
La capacidad en el mutismo y la esencia de la nada en aquellos escasos minutos se apoderaron de nuestras alma.
Y pensamos que aquel tiempo fue injusto con nosotros ¿Qué menos que una despedida?, ¿qué menos que unas palabras?
No pudo ser así, el tiempo nos traicionó, se detuvo para ella y nos destrozó el corazón.
Unidos como una piña, sus cinco hijos velamos los resquicios de su cuerpo y quedamos aletargados.
No dejamos de mirarla y la cubrimos de besos anegando aquella sala de lágrimas y de lamentos.
En aquel lecho de muerte el sufrimiento era grande, intentamos transmitirle que nunca hubo culpables.
Que para sus hijos fue todo, que siempre fue nuestro apoyo y con ella se llevaba una parte de nosotros.
Aquel templo para nosotros era solemne y frío, y el ataúd de mi madre nos causaba escalofríos.
Y con ella se fueron todos los sufrimientos que le acompañaron en vida.
Sus secretos y sus temores, su orgullo y sus pasiones, sus desengaños: ¡Cuántos desengaños y lucha sufrida!; y lo de cada hijo con sus tragedias y desdichas…
Querido amigo, yo he tocado la muerte de muy cerca, es una autentica tragedia para un niño perder a su madre, mi marido a pasado por ese calvario, tuvo que besar ese rosgtro frio y estar alli con un traje negro y tan solo 8 años.
Pero despues de perdera mi hija, a mi padre a mi segundo padre a mi cuñada y a un sinfin de amigos, te aseguro que le damos demasiado teatro, nacemos para morir, y culturalmente no nos preparan para recibirn a la muerte como un descanso necesario, en algunos paises la reciben con alegaria. lo cierto es:que los seres queridos cuando se van se quedan para siempre en nuestros corazones, seguramenate nunca han estado tan cerca, arriba ese animo, tu madre siempre te ha acompañado y yo se que tu la has sentido, no lo tomes como una perdida. Un besazo
Tampoco pude estar presente cuando murió mi madre. Me engañó la famosa mejoría de la muerte, auténtica en su caso. Después de varios días ingresada, en los que me quedé a pasar la noche en un sillón del hospital, por fin parecía fuera de peligro y se puso muy guapa: su cara, su pelo, tuvo ganas de merendar, de cenar… y me fuí a casa a descansar esa noche. Nos llamaron a las cuatro de la mañana para decirnos que había fallecido.
Siempre me he culpado pensando que ella no me hubiera dejado a mí…
Mi querida amiga Alicia, se que has tocado la muerte muy de cerca y que es una autentica tragedia, eso también lo se?, porque en varias ocasiones la muerte visito mi casa y se ensaño conmigo quitándome lo que mas quería en el mundo, igual se que es ley de vida y tenemos que aceptar las cosas como son, pero es tan difícil aceptar lo que es ley de vida que te desgarra el corazón y ya no eres la misma persona que fuiste, y mucho mas cuando se trata de un ser querido en la flor de su vida como puedes ser un hijo, pero que te puedo decir a ti amiga mía que no sepas tu?, también te mando un besazo y me uno a ti en mis sentimientos por tu querida hija, Josan
Hola amiga, siento en mi corazón la perdida de tu madre y mas aun la mala suerte de que no pudieras estar al lado suyo justo en aquel momento fatídico para ti, pero no te debes culpara de nada amiga, las cosas no son siempre como a uno le hubiera gustado que fueran, tu la dejaste tan guapa y hasta con ganas de comer, necesitabas un descanso y quien iba a pensar en ese momento tan fatídico para ti, hay que aceptar el destino y estoy seguro que obraste pensando lo mejor, Un beso Josan