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Amé a la madre de Ariadna

Antípodas en la i griega,
Contorsionistas de las palabras,
Emboscada de sentimientos,
Y cabezas como vigas inquebrantables.
Dejemos de encender cerillas con gases de albañal,
Ni nos culpemos por un crimen no cometido.
Busca a la hija que está dentro de ti,
Aunque dudes de mí, Teseo o Minotauro.
Conquista el resultado final y el arca de Noe.
Ahora estoy tranquilo,
Ya no espero nada.
Siempre fuimos por el mal camino.
Bajo los cabellos de las algas,
Mi barco va sin destino.

Nubosidad

Es admirable como ella puede fingir
Poniendo la razón de su parte,
No mezclando nunca su vida privada.
¿Limpieza, luz y calma?
Pero al revés me las calcé.
Echando los frutos de su lectura en una olla,
Dándole vueltas, y más vueltas.
Dios mío, no dejes que me pierda en su red
De araña con rimmel.
Y ese castillo que crecía en la tierra
Hoy está tan perdido como la Atlántida.
Dios mío, no dejes que me pierda en su red,
No otra vez.

Cuarto M.

Permíteme que te diga que distraerse es siempre la peor ayuda
Para un pobre hombre como tú, perdedor de últimos trenes.
La denegación de auxilio justificada puede llegar a ser un placer,
En verdad se goza con el mal, y el diablo no suele hacer planes,
Antes de salir de casa sólo fuma un cigarrillo y enciende la mecha,
La tuya reventó hace más de un quinquenio.
Las palabras ya no sirven para nada, despojo de la cesación más pútrida,
Son aves muertas para ti,
Y tu físico, nunca hermoso, es la molleja del tiempo.
Siempre pensando en el mismo fin,
Siempre acostumbrado a decir ante otros medias verdades, Sigue Leyendo...